27 junio 2003

LAS 5 DEL VIERNES, (27-6-2003)

1) ¿De qué color pintarías la última naranja del cesto? Roja y amarilla con pinceladas de azul... el naranja no existe. La última naranja suele ser la que estropea el bodegón. Prefiero pintarlas todas a la vez... no quiero hacer excepciones.
2) ¿Con qué mirada esperarás que baje un ángel negro de la última nube del día? Llevo esperándolo demasiado tiempo... hace días que el cielo está limpio, sin nubes. Los ojos se han quedado anclados en un infinito azul, expectante, silencioso. Esperaré que mi pupila oscura se funda con él hasta que mi iris verde quede cubierto y sólo la oscuridad me rodee. Esperaré. ¿Es eso suficiente? Quizá el sol no se oculte nunca, quizá la última nube no exista.
3) ¿Con qué cuchillo clavarías la mirada de tu enemigo? Él a veces me presta sus ojos, pero pasaré por la carnicería y robaré un cuchillo cuando no me vean... por si acaso.
4) Dime el color de los ojos que no te miran? Quien no me mira, no me ve. Quien no me ve no me conoce. A quien no conozco, no veo. A quien no veo, no miro. Yo quiero mirar, conocer y ahogarme en el mar azul de una mirada, descansar en verdes prados. Recorrer marrones tierras y vivir días grises de plomizas miradas. Negro es el que te toca en la oscuridad y no ves. Rojo de ira. Blanco el que no ve pero presiente.
5) ¿Por qué el cigüeñal de mi motor no tiene un nido para que puedan viajar sin cansarse las cigüeñas de mi pueblo? Suerte que en tu pueblo quedan... pero yo lo que preguntó es como a alguien se le ocurrió poner un cigüeñal en el coche. Tanta pluma, tanta pata, tanto pico... no pueden ser buenos para conducir.

26 junio 2003

SIN ACENTOS

No los he puesto porque parece ser que se interroga sobre que es ese extraño apendice sobre las vocales.
¿Te has preguntado alguna vez lo dificil que es, una vez aprendido, escribir sin acentos?
pues es bastante dificil.....

SUICIDIO

De repente se dio cuenta que haberse suicidado no había sido una buena idea. No por el hecho de perder la vida en ese mismo instante, mientras agonizaba lentamente. Con un sufrimiento que no esperaba encontrar y que al perder el aire en sus pulmones, le dolió más que el mismo hecho que la había llevado a aquel acto de cobardía. Oía mientras perdía la consciencia, como su corazón y sus pulmones impulsados mecánicamente por las órdenes de un cerebro casi encharcado seguían respirado unos y latiendo el otro; funcionando. Aquel sonido que emitían resonaba en sus oídos que esperaban no encontrar, no escuchar nada más que un silencio eterno. Pero parecía que la agonía no la iba a abandonar con tanta facilidad como había previsto y el dolor era más innecesario de lo admitido. Su cerebro pensaba, pero ella quería olvidar. Olvidarlo todo.
Lo que más sentía, en esa parte consciente que se iba debilitando, era que había dejado la ropa sin lavar, la cama sin hacer y los platos en el fregadero. Un libro sin terminar, una maqueta, de un hermoso velero, a medias y un cuadro inacabado. Había dejado demasiadas cosas pendientes que nadie concluiría y se perderían en el tiempo.
Pero sí había pensado en una cosa, aunque inconscientemente, no quería que la visión de la sangre derramada por el piso asustara a quien la encontrara y la dejara permanecer allí más tiempo del necesario. Se metió en la bañera, aunque luego el pudor de que la encontraran sin vida y desnuda la obligó a ponerse un minúsculo camisón de seda. Llenó la bañera con agua caliente hasta cubrir todo su cuerpo y aunque pensó dejarse sumergir, dejar de respirar mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar por la oscuridad más allá de sus pupilas, los pulmones alertaron de la necesidad de aire antes de lo previsto. Lo había calculado, sabía que ellos se rebelarían ante su decisión. La cuchilla brillaba en el borde de la bañera, la luz de una vela encendida se reflejaba en ella de forma intermitente, alargada, deforme. El Cannon de Pachelbel volvió a empezar de nuevo, se repetiría una y otra vez. Hasta que alguien lo apagara, hasta que la luz se fuera, hasta que el Cd se agotara de tanto escucharse. No deseaba oír otra cosa mientras se marchaba. Fue rápida, en ese acto, más de lo que esperaba. No vaciló, los cortes en sus muñecas fueron concisos, profundos, acertados. Sumergió las manos dentro del agua, que fue tiñéndose de rojo. Un rojo transparente que coloreó el agua, su piel, su mundo, sus lágrimas. Se relajó durante un momento, luego comenzó a sufrir mientras se apagaba, mientras quería apagarse y sus demás órganos luchaban para vivir. Ella no se resistió; ellos agotados dejarían de intentarlo. Era una lucha perdida en el tiempo.
La encontraron días después en una bañera vacía, fría, seca, como dormida. La cuchilla limpia y brillante colocada junto a la esponja y el tapón enredado entre los dedos de sus pies. La vida se le había ido por el desagüe. Alguien se llevó la ropa, lavó los platos, hizo la cama, y colocó el libro en la estantería. El cuadro se quedó en el caballete. El velero no navegaría en ningún lago y el Cannon de Pachelbel dejó de sonar para siempre.


24 junio 2003

Se sentó a mirar el mar, hasta perder su vista y confundirla como se confundían cielo y océano. El horizonte es tan infinito pensó su cabeza, y cerró los ojos para que una lágrima contenida rodara por su mejilla. Sabía que una sola no aliviaría el dolor, ni la soledad que contemplaba su vida. Ni la confusión de los sentimientos, ni aquella parte oscura que la apremiaba a adentrarse en una fase oculta de sí misma y la aterraba. Tenía una necesidad de amar y ser amada que sólo concebía en su interior y ocultaba a miradas deseosas y palabras embaucadoras. Pero se dejaba llevar en un vaivén eterno y sin medida. Como las olas que acariciaban sus pies; se dejaba mecer en cariños que no eran reales y que durante un tiempo servían para alejarla de sus fantasmas, de sus miedos, de su soledad que cada día se hacía más extensa. Sentía la necesidad de verse a través de los ojos de otros, deseada, amada, acompañada. Y durante un tiempo su ideal de existencia se veía reforzado por esos deseos, por las dulces palabras escritas para ella y leídas con deseos contenidos. No eran más que caracteres en un papel que pronto perdían su significado para otros, pero no para ella, que conservaba intactos los párrafos que hacían mella en su frágil y dolorido corazón. No quería comprometerse en cosas que no podía realizar aunque su mente gritara que las hiciera. No deseaba abrir puertas que no pudiera cerrar a su antojo si preveía un peligro acechándola. Tenía miedo. Sobre todo de ser vulnerable y no poder encontrar un remedio para defenderse de aquello que la hería, que la hacía retraerse y abandonar. Su apariencia de fortaleza ocultaba años de complejos acrecentados con la edad, comentarios, amores perdidos, metas no alcanzadas; por no haber sido nunca propuestas. Tenía miedo de las mentiras y dejaba de creer cuando descubría; intuía que algo no era real, aun conservando en su interior una pequeña esperanza de que fuera una confusión de palabras y hechos. Necesitaba creer, en ella, en los demás, en él que atormentaba su interior y removía pasiones que durante mucho tiempo habían estado muertas, ocultas. Se volvía a dejar llevar, arrebatando todo ese pudor contenido en años de soledad. Y le gustaba hacerlo, porque se sentía querida, amada, respetada. Luego el cristal le mostraba lo que era, como era y se desquebrajaba de nuevo en mil pedazos. En mil soledades. En mil recuerdos. En mil lágrimas. En mil mentiras.

Dejó la ropa y se adentró en el mar. Esta vez no volvería.
Sobre la arena, durante una marea quedaría sólo el hueco que allí había dejado su cuerpo. Luego nadie recordaría que ella había estado allí.

20 junio 2003

LAS 5 DEL VIERNES (jueves, junio 19, 2003)
1) ¿Si pudieras hablar con algún personaje literario, con cuál lo harías? Entiendo con personaje literario uno creado por autor o un autor en si mismo. Si fuera el primer caso: con el príncipe azul. Si fuera el segundo con Stephen King, sin dudarlo
2) ¿Con qué personaje cinematográfico te irías de cena? Con Michael Mayers, aunque él no creo que comiera mucho y la conversación muy amena no sería...
3) ¿Y si pudieras conocer a un personaje de la historia? Buena pregunta... difícil respuesta teniendo en cuenta que yo sólo he vivido en la historia una centésima de lo que la historia a vivido sin mi.
4) ¿En que película o serie te meterías a vivir una temporadita? En Expediente X, CSI; alguna de ese estilo.
5) ¿Con que músico te irías de gira? Con ninguno, no creo que me gustara, me agobiaría bastante.

17 junio 2003

VOCES, PIEL Y SANGRE


Escribía, sentado en un pequeño taburete de madera apoyado en una destartalada mesa que cojeaba de una pata. El ventanuco no tenía cristal, hacía mil noche que se había roto y nadie vino a reponerlo. Tampoco iba a escapar por él. Ellos lo sabían, él lo sabía. Su prisión estaba en lo alto de una torre de piedra en la esquina de un acantilado. Podía oír las olas romper contra las rocas, durante el día, durante la noche. Siempre era el mismo sonido rítmico. Al principio le martilleaba los oídos, luego aprendió a escuchar voces inventadas en su cabeza para no sentirse tan sólo.

Ellas reían, lloraban y compartían con él cada atardecer, cada hora que pasaba allí arriba. Eran a veces sus musas, las que le obligaban a escribir aún teniendo su corazón frío de recuerdos y sus dedos vacíos de historias. Ellas susurraban,
le rodeaban, brillaban en su mente y se metían en sus sueños. Llevaba tanto allí encerrado que había olvidado lo que era el tiempo, ellas se lo traían y él pidió papel y pluma para poder expresar todo lo que las voces le contaban.
Tenía mucho que contar, mucho que decir y escribir. Pues con el crepúsculo las ideas parecían volar por la ventana, para unirse a las palomas y alejarse. No volvían y él olvidaba. Cada amanecer era un nuevo pensamiento que debía ser
escrito para no olvidarlo. Tenía, allí encerrado, todo el tiempo del mundo y a la vez tenía tan poco, que no quería perderse en ensoñaciones. A veces los dedos le dolían de tanto escribir y el papel se emborronaba con manchones de tinta que no habían sido secados a tiempo.

Llegó un momento en que dejó de comer, dejó de beber, dejó de dormir sólo por seguir escribiendo y le olvidaron. Todos le olvidaron menos las voces y él seguía
viviendo a través de ellas, alimentándose de ellas. De añoranzas, de peligros, de secretos, de esperanzas, de odios y sacrificios. Y así iba consumiendo sus días. Llenando hojas y agotándose en cada letra escrita, en cada palabra terminada en cada frase conjuntada, en cada folio acabado.

Las voces le contaron cómo día tras día, hora tras hora, el tiempo roería sus huesos, girando en su cabeza, y que un día encontraría sus huesos desnudos y su cabeza vacía jugando con el tiempo, y finalmente le alentaron a liberarse de toda aquella carne.

Se le acabó la tinta y se le acabó el papel. Pero su cabeza seguía llena de voces. Cada una con una historia que contar; que le contaban y necesitaba ser escrita para perdurar en el pasado, en el presente en un futuro sin conocimiento y que él no viviría.

Un cuchillo mohoso y olvidado le dio la idea, y durante lustros de soledad su sangre fue su tinta de historias y su piel el papel de los recuerdos.

Cuando alguien reclamó la herencia del torreón del acantilado una Era después de la de Acuario, en su parte más alta sólo encontraron unos huesos desprovistos de
carne, de color y de vida. Y sobre la destartalada mesa, carcomida ya, un montón de folios amarillentos por el tiempo y un montón de cuartillas irregulares, cuarteadas y arrugadas escritas con una pequeña caligrafía muy apretada que antaño fue roja brillante.


16 junio 2003

viernes, junio 13, 2003
1) ¿Te acuerdas del último examen que has hecho? La verdad es que no, hace mucho de eso y los de conciencia se me olvidan enseguida.
2) ¿Te pones o te ponías nervioso con los exámenes, o eras de los tranquilos? ¿Algún método de relax del que nos podamos beneficiar? No creo que me pusiera nerviosa, estudiaba poco, así que sabía a lo que me enfrentaba. En selectividad si me puse nerviosa; por el miedo que nos metieron. Después de ver lo que era... se me paso. El único método de relax, salir de copas y olvidarte de que tenías un examen.
3) ¿Te hacías la idea de la nota que ibas a sacar después del examen, o te llevabas sorpresas? A veces me llevaba sorpresas, como aprobar el inglés en COU, la literatura lo sabía... es resto fueron suspensos y eso que estudie mucho...
4) ¿Copiabas? ¿Te hacías chuletas? ¿Las usabas? ¿Dónde te las ponías? Mi hermano me enseño a hacer las chuletas en los bolígrafos Bic y funcionaban. Una vez me pillaron con una chuleta de papel bajo el folio y no volví a utilizarlas. Agradezco a la profesora su discreción a la hora de quitármela.
5) ¿Algún método de copia o escaqueo interesante que hayas puesto en práctica, o que hayas visto poner en práctica? En el instituto las ventanas de la clase daban al patio, he visto a gente dar el examen por allí y recibir antes de acabar las respuestas. En mi clase de BUP había 2 gemelas y se sustituían en los exámenes de recuperación, los profesores no las reconocían. Creo que no me he escaqueado nunca de un examen, firmaba y me iba si no sabía nada. En la facultad de Filología, me confundí de clase, como estaba en la última fila arriba del todo (era escalonada) y me daba vergüenza irme, hice el examen y firme como Aurora Rodríguez; di el examen y salí corriendo. Afortunadamente Aurora suspendió y yo en mi examen aparecí como no presentada.

14 junio 2003

HACE UN AÑO...
Ya es media noche. El minutero del reloj ha sobrepasado la línea, la hora de las brujas, la hora de los sueños. Ya puedo decir que hace un año que por casualidad nos conocimos dibujando palabras. En total 365 (días, no palabras) que pensé que no iba a contar o que no iba a vivir junto a ti, aún en la distancia que nos separa. Riéndonos, consultándonos, jugando, aprendiendo, hablando; también con palabras. Contándonos acontecimientos del pasado, del presente, del futuro. Unos días compartimos más, otros días menos; pero siempre, y me atrevo a contar por dos en este viaje virtual, estamos presentes el uno para el otro. Me has enseñado mucho. Me has apoyado, comprendido, consolado... cuando lo necesitaba. Me has hecho partícipe del acontecimiento más importante, de momento, en tu vida. Sólo espero poder yo, hacerte partícipe de mis momentos más felices. Espero que estés en los malos, que también los habrá y que los 365 días se conviertan en una década entera. Que con el tiempo no se nos acaben las palabras del diccionario para comunicarnos y de ser así que seamos capaces de crear un lenguaje nuevo.

Robo ahora las palabras de un chico, casualmente llamado Carlos, que conocí un día muy lejano para dedicártelas. Yo no supe entenderlas en aquel momento y lo perdí, ahora sí las entiendo y espero que tú al leerlas las comprendas.

Si lo bonito empieza por una buena amistad y si la confianza la da el primer paso de esa relación no dudes en adelantar un pie; el siguiente será el mío; y ten claro que no te defraudaré.

TE QUIERO, con el cariño que me ha dado esta amistad duradera.
FELIZ AÑO.

12 junio 2003

LAS VOCES

Ella había tenido una vida cómoda y alegre, pero estaba sola. Él había luchado toda su vida por conseguir aquello que ahora tenía: fortuna, posición, respeto, y soledad. Se habían encontrado por casualidad sin llegar a pensar que el amanecer los sorprendería juntos hablando de cosas triviales, sólo por no volver cada uno a su hogar. Y se sintieron bien el uno al lado del otro. Ella era divertida y risueña y le arrastraba con él en sus locuras juveniles. Él era serio, gris y se había acostumbrado a hablar con voces imaginarias en su enorme casa. Voces que lo transportaban a otros mundos que no tenía. Que le quitaban el tiempo, el sueño, a veces parecía que la vida. Y él se dejaba arrastrar, feliz. Gastó media fortuna en complacerla para no perderla, y ella cada vez pedía más. Más fruslerías que no necesitaba, pero llenaban su casa. Más joyas. Más viajes. Más tiempo. Y él tuvo que dejar su dinero en zarandajas y olvidar a las voces, que ella nunca oía.

Cuando no pudo más de todas sus obligaciones, de las tensiones y quiso escapar, no encontró otra solución que quitarse la vida y dejar todo atrás. No tenía ganas de luchar más. Estaba cansado y era cobarde. Pero las voces no le dejaron, le hablaron, le animaron, le condujeron de nuevo al camino y él, tiempo después, se sintió agradecido y volvió a sus tertulias nocturnas con ellas.

Pero aun en compañía de las voces, tiempo después volvió a pesarle la soledad. No le encontraba sentido a seguir caminando si ella no estaba con él; y ella volvió. Y durante un tiempo se quedó, no dijo nada, no dijo hasta cuando y la convivencia quedó anclada en reproches mudos y en miradas furtivas hacia cualquier movimiento inusual. Él había perdido el norte y giraba al compás que ella marcaba con sus pies, con sus manos, con sus caprichos. Él se consumía en amor por ella, todo lo daba y no pedía. Sólo deseaba que ella no volviera a abandonarlo. Debilitó sus fuerzas por seguirla y seguir complaciéndola. Ella reía, le miraba y alguna vez resentida por el pasado, le besaba intentando recuperarlo y cambiarlo; pero el pasado no volvía, se quedaba allí latiendo y doliendo de nuevo, y ella volvía la cara avergonzada por haber creado ilusiones de amor en aquel corazón solitario. Ella no le amaba; no de esa manera. Él sólo deseaba amarla, sin condiciones y perderse en los entresijos de una vida compartida. Pero ella no quería. Sólo deseaba ser complacida pero sin ataduras y sin compromisos, sólo deseaba que él le diera su tiempo, la acompañara y velara, alguna noche fría tras el insomnio, sus agitados sueños. Esas noches él la contemplaba deseando estrecharla en sus brazos y así calmar el horror que notaba tras sus ojos y en las perlas de sudor que cubrían su cuerpo. Pero tenía miedo de que ella despertara y asustada huyera de nuevo. Así que se quedaba al borde de la cama conteniendo las lágrimas del amor no correspondido, ese capaz de hacer bailar su corazón. Las voces asistían a ese llanto silencioso y evocaban a través de sus bocas invisibles un pasado doloroso y forzoso, que él también tenía guardado, intentando hacerle comprender que aquel no era el camino, que lo perdería todo si se dejaba arrastrar de aquella manera tan ciega. Intentaba no escucharlas, alejarlas de su cabeza, de su cuerpo, de todo su ser que era el único sitio donde existían. Ellas callaban entonces, esperando un mejor momento, cuando ella estuviera lejos para, todas juntas, hacerse fuertes y hacerle cambiar el rumbo que estaba tomando su vida. Ellas esperarían.

Un amanecer frío y triste lo sorprendió dormido donde tantas veces se quedaba. Junto a su mano, que a veces alargaba para tocar con sutileza la piel de ella, sólo existía un gélido vacío. Se había ido de nuevo. Se llevó con ella la calidez de una voz que sonaba por todos los rincones al son de una música imaginaria. Se llevó el aroma, que durante un tiempo persistió flotando en el aire. Se llevó su curiosidad infantil ante lo desconocido. Se llevó la vida de los armarios y cajones. Se llevó su vida y con ella los sueños que él tantas veces había querido compartir. La había perdido. Fue cuando las voces volvieron para acompañarlo, para retenerlo, para seguir alimentándose de él, pero él no quería esa compañía. La quería a ella y las voces se la trajeron. Ella llenó su cabeza, de recuerdos, de tiempo irreal para seguir compartiendo, de amor correspondido, de deseos refrenados y de un cuerpo intangible.

La segunda vez que trató de cortarse la garganta las voces le rodearon expectantes, ansiosas por la sangre cálida que les ofrecía; pero esta vez él sólo había obrado por nostalgia, y la sangre carecía de sabor, y le abandonaron agonizante. Ella, la que le había tentado, también se fue.


Se quedó solo.

La tercera vez; se unió a las voces.

07 junio 2003

LA BIBLIOTECA


 Siempre había estado allí, recluida en el fondo del parque. Casi olvidada por todos, incluido el tiempo que parecía haberse detenido en sus paredes, en las tejas, en las brozas que crecían a su alrededor. Contaban que había sido la casa de una solterona rica que murió sin dejar descendientes y que el estado se hizo cargo de la propiedad para convertirla en un parque público. Dicho parque, como la casa estaban en ruinas. Abandonado a su libre albedrío crecían por todos los lados flores silvestres, tréboles y toda clase de árboles: álamos,
chopos, castaños... Fue entonces cuando tome las riendas y recuperé el proyecto de convertir aquello en un espacio público para deleite de los habitantes del pueblo.


La llave del portón de entrada a la casa pesaba en mi mano, era grande, estaba
oxidada pero todavía funcionaba. Las puertas rechinaron en la soledad del jardín al abrirlas. El olor apresado durante tantas décadas salió a bocanadas por fin libre. La penumbra me impidió en un primer momento recrearme en los suelos, columnas y escaleras de mármol que se veían desde la entrada. El polvo era una capa espesa acumulada hasta formar una extensa alfombra por todos los rincones.
Lo primero era abrir todas las ventanas, dejar entrar el aire fresco de la mañana y liberar a todos los fantasmas que estuvieran vagando por aquel hogar abandonado. Empecé por arriba y fui bajando hasta la planta baja de nuevo. Habitaciones, cuartos de baño, salones, cocina, comedor, despacho todos fueron
ventilados; ya habría tiempo de limpiar todo aquello. Al lado de la entrada, a mano derecha había una puerta cerrada, cuya llave encontré en el fondo de un armario de la cocina. A pesar de los años pasados brillaba y se notaba, por los múltiples rayones en su superficie plateada que había sido utilizada con
frecuencia. Me preguntaba qué misterio habría tras aquella puerta cerrada a cal y canto a ojos extraños.


Con la mano temblorosa giré en la cerradura aquella llave que me parecía mágica. Un click casi imperceptible me transportó en aquel momento a un mundo fuera del mío. Mi presente se quedó en el umbral para enfrentarme a un pasado contenido en lo que mis ojos, habituados a la penumbra tras la zozobra de la entrada, vieron. Aquella habitación era una enorme biblioteca. Las estanterías se
alzaban desde el suelo hasta un techo borroso; la luz no llegaba hasta allí arriba. No podía calcular la altura de aquel cuarto, ni sus dimensiones que debían ser mucho más de lo que se mostraba; los anaqueles que cobijaban tomos y tomos habían robado su espacio a las paredes. Abrí el ventanal situado a la tarde, dos sillones descoloridos y una mesa de té eran todo el mobiliario de la biblioteca. El resto, exceptuando una inmensa escalera corrida a lo largo de las estanterías, eran libros. Centenares, millones de volúmenes se alineaban en horizontal, en vertical, algunos reposaban en pilas sobre el suelo, quizá por
no haber encontrado aún su sitio entre sus hermanos, quizá porque tras la muerte de la anciana, nadie se preocupó por ellos. Yo les encontraría su lugar. Me senté durante un rato en el polvoriento sillón contemplando todas las vidas que desde las baldas me observaban. Cuánto saber contenido, cuántos
secretos guardados, cuántos esfuerzos realizados para dar placer a otros, para dárselo uno mismo, cuánta necesidad de contar a los demás los secretos de una mente. Mi cabeza se llenó de fragmentos conocidos mientras desde lejos algunos títulos saltaban a mis ojos. Palabras, palabras, llantos, risas, muertes, nacimientos, amores, odios, celos, asesinatos, ejecuciones, coronaciones, el principio y el fin de todo me envolvió de repente, aturdiéndome. Si no empezaba a leer en ese preciso instante, no podría acabar. La tarde me sorprendió hundida en el sillón leyendo. Esa tarde y muchas otras. El jardín
sigue salvaje. Y yo sigo leyendo...


06 junio 2003

Las cinco del viernes, junio 06, 2003


1)
¿Cómo y cuándo descubriste Internet?
Hace años, es lo que tiene contar con un hermano informático, pero nunca sentí curiosidad por ese mundo hasta hace unos años. Aunque solamente buscaba información sobre cosas que me interesaban: música, arte, viajes...

2) ¿Cuál fue la primera dirección de Internet que tuviste?¿Porqué elegiste esa identidad? (ojo, si aún la conserváis, no la escribáis completa u os inundarán a spam) La primera dirección de correo fue la del trabajo, ellos la eligieron, yo no tenía no voz ni voto. Luego pusimos el correo en casa con el nombre de mi sobrino. Mi primera dirección de correo personal fue parecida a la del trabajo, para no confundirme.

3) ¿Cuál es el primer sitio que sueles visitar cuando te conectas? La página de inicio es la de msn. Pero suelo estar de “MALA GANA” por las mañana.
4) ¿Nos podrías recomendar alguna página curiosa y/o interesante y/o sumamente útil? Google, que todo el mundo la conoce y utilizo mucho. Para aquel que le gusten los juegos, de cualquier tipo y se queda atascado (a mi me ocurre mucho) ciudadfutura.com/solucionesytrucos , te ofrece además
descargas de juegos. dfilm.com, te permite enviar un pequeño video clip personalizado para decirle algo a alguien, tiene varias posibilidades de elegir personaje, música... una original manera de mandar un mensaje. Esos son entre otros los que guardo en favoritos. Útiles no sé... yo las consulto de vez en cuando.

5) ¿ Participas de chats o foros con desconocidos? ¿Cuáles son tus impresiones? Nunca sentí curiosidad por los chats hasta que una amiga me animó. Luego me enganché, hasta que otro amigo virtual me hizo instalar el Messenger. Ya no chateo en los foros. Hablo con los amigos por el Messenger, esos que conservo, después de conocer a tanta gente; por qué son los que
valen. En los foros se miente mucho, la gente se crea una personalidad y terminan fundiéndose con ella. Al final terminas pillándolos en alguna mentira y dejas de confiar en ellos, dejas de hablarles. Hay mucha gente que sólo desea tener una relación sexual, de cualquier tipo. Otros utilizan este medio para conocer gente, por algún impedimento no pueden salir a la calle o la timidez les coacciona para relacionarse.

04 junio 2003

¿Pienso, luego existe?

Cuando escribo lo que pienso, dejo de pensar lo que escribo. Dejo volar los dedos que buscan las letras frente a mí y mi mente se pierde creando. A veces parece que no cuenta conmigo; viaja ella sola. Visualiza, retiene. Inventa a través de mis ojos, de mis recuerdos, de mi presente. Se alimenta de mi pasado. Muere en mis sueños, apoyada en mi almohada. Sueño. Revive en el sol de la mañana, en las nubes, en las gotas de lluvia que me mojan mientras camino. Mientras te pienso, te piensa, te sonríe, te sonrío. No pide más. Qué esté ahí, qué estés ahí.

03 junio 2003

He hecho nuevo cambios en el
blog, espero que se visualicen bien.

Poco a poco y con ayuda, voy aprendiendo a utilizar este chisme.

GRACIAS A TODOS

Prometo escribir con más tiempo...

Como antes hacía

Un cuento

Una frase

Un pensamiento...


02 junio 2003

Mi hermano intentó ayudarme con todo esto


pero no sé si lo hemos conseguido



  • ¿Dónde está mi contador?

  • ¿Dónde estás TÚ?


Mi amigo Carlos