30 abril 2004

Uno de mis libros preferidos

Miró ferozmente a su alrededor. Algo relucía sobre el cofre pintado frente a él. Su mirada se posó sobre aquello. Sabía lo que era. Un cuchillo que había subido días antes para cortar una cuerda y que olvidó llevarse. Avanzó nuevamente hacia aquello pasando cerca de “…” . Llegado a la espalda de éste, cogió el cuchillo y se volvió. “…” se movió en su sillón como si fuera a levantarse. Se abalanzó sobre él y le hundió el cuchillo en la carótida detrás de la oreja, aplastando la cabeza contra la mesa y descargando golpes repetidos. Hubo un gemido apagado, y el ruido horrible de alguien anegado en sangre. Por tres veces los brazos extendidos se agitaron convulsivamente, sacudiendo, grotescos, unas manos de crispados dedos en el aire. Apuñaló él por dos veces más; pero el pintor no se movió ya. Algo empezó a gotear sobre el suelo. Se detuvo un momento, apoyándose aún sobre la cabeza caída. Después tiró el cuchillo sobre la mesa y escuchó. No oyó más que un ruido de gotas cayendo sobre la alfombra raída. Abrió la puerta y salió al rellano. La casa estaba completamente tranquila. [  ] El cuerpo continuaba sentado en el sillón, volcado sobre la mesa, con la cabeza caída y la espalda encorvada, con sus largos y fantásticos brazos. Si no hubiese sido por el orificio rojo abierto en el cuello, y por el charco de coágulos negros que se extendía lentamente sobre la mesa, hubiera podido decirse que aquel hombre estaba simplemente dormido.

 A ver si los chicos de NPG

 adivinan esta vez de qué obra se trata y cual es su autor. Que no se diga, ha puesto la parte "mas explícita" ;o)

Viernes de parejas (estables o inestables, lo mismo da)

1) ¿Qué debe tener alguien para que sea tu pareja perfecta?
No creo que la pareja perfecta exista. Aunque entre dos supongo que ha de haber sobretodo respeto, sinceridad y complicidad.

2) ¿Qué es lo que más detestas en tu pareja? (si no tienes pareja actualmente, puedes elegir entre decir lo que detestabas más de tu última pareja o de la que te gustaría que fuera la próxima)
Que estaba todo el día pendiente del dinero. Tanto si  compraba algo él como si me lo compraba yo. Sus palabras eran – me ha costado tanto- o -¿Cuánto te ha costado?
-

3) ¿Harías algo por cambiar a tu pareja?

Se supone que si es mi pareja es porque la he elegido, con sus defectos y sus virtudes.

4) Si tienes pareja o la estás buscando, ¿esperas que dure y tener una relación con futuro, o es por pasar el tiempo?
El futuro ya es ayer, no lo pienso.

5) En una relación de pareja, ¿cómo actúas?
Tal y como soy… se supone que ha de aceptarme así ¿no?

26 abril 2004

Viernes literario. Adivinando libros y autores.

1.) Macondo era entonces un aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.
Cien años de soledad, Gabriel García Márquez. He de reconocer que nunca sentí interés por leer este libro que siempre había estado en la librería de casa. No sé que me llevó a cogerlo, pero es el único libro de mi vida que no HE QUERIDO ACABAR. Cuando me quedaban unas 10 páginas lo devolví a su sitio. Allí sigue. Me gustó tanto, me emocionó de tal manera que me sentí incapaz de acabar mi relación con la familia Buendía.

2.) Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las forecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente "¿...?", y viene a mi con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Platero y yo, Juan Ramón Jiménez. Hay frases que son difíciles de olvidar, cuando mi madre dijo que tenía que hacer un trabajo sobre ese libro lo primero que me vino a la mente fue “Platero es pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se diría que es todo de algodón…" y eso que hacía años que lo había leído

3.) Podéis imaginar entonces mi sorpresa cuando, al despuntar el día, me despertó una extraña vocecita que decía.
- Por favor... dibújame un cordero.
- ¿Qué?

- Dibújame un cordero
Me levanté de un salto como su hubiera sido alcanzado por un rayo. Me restregué los ojos. Miré detenidamente. Y vi un niño, realmente extraordinario, que me observaba gravemente.

 El Principito, Antonie de Saint-Exupery. Otro libro que leí hace mucho, por curiosidad, mucha gente hablaba de él diciendo que era un libro estupendo… me aburrió soberanamente, pero mi opinión es sólo una. Imagino que mucha gente lo habrá leído como yo, por curiosidad o por
recomendación de alguien. En mi caso ese alguien fue mi hermano.


4.) ¿Qué veo? ¿Una copa apretada en la mano de mi fiel amo? ¡El veneno, por lo visto, ha sido la causa de su prematuro fin!...¡Oh ingrato! ¿Todo lo apuraste, sin dejar una gota amiga que me ayude a seguirte! ¡Besaré tus labios!... ¡Quizá quede en ellos un resto de ponzoña para hacerme morir con un reconfortante. (besándole) ¡Tus labios están calientes todavía!
Romeo y Julieta, William Shakespeare. Un clásico de la literatura. Quien no sabe de la tragedia de amor  más conocida del mundo. Aunque es triste que la gente, una inmensa mayoría, haya de conocerla por el cine. Leer teatro no es fácil y leer a Shakespeare tampoco.
5.) Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de comprensión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran  madrugador y amigo de la caza.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra. Un clásico, esta vez de la literatura española. Es raro que este libro no esté en cada casa, en cualquiera de sus versiones; larga o corta.. Lectura obligada en el instituto (por lo menos en mi época) aunque me divertí leyéndolo agradecí que sólo fuera la primera parte.


¿Porqué elegí esos libros? No tengo unas razones concretas, somos muchos los que jugamos, de diferentes edades y de diferentes partes del mundo, y me parecieron unos libros lo bastante conocidos para que todos participaran, podía haber buscado otros párrafos más complicados y ponerlo así un poco más difícil... Quizá el año que viene. No sé trata de averiguar quien se los ha leído, sino jugar, participar y pasar un buen rato. Pienso que si hubiese puesto párrafos de mis libros preferidos; nadie los hubiera adivinado. Aunque prometo ponerlos...

22 abril 2004

LA CAJA

No sabría explicar la sensación de ahogo que sintió al entrar en la oscura tienda de antigüedades, como tampoco podía explicar el extraño zumbido alrededor de su cabeza.
La campanilla de la puerta seguía con su tlin-tlin que se iba apagando, poco a poco, a medida que Iván se adentraba en el laberinto de muebles viejos, cuadros de añeja pátina, bronces, esculturas y un revoltijo indefinible de pequeños y grandes objetos.
Encendió un cigarro, el fuego de la cerilla produjo extrañas luces que rebotaron de un espejo a otro, de una figurilla de cristal a otra y arrancó intensos destellos de una caja que había sobre una de las sillas, rota y vieja, Luis XVI.
-No deberías fumar aquí dentro, es peligroso- dijo una voz a su espalda, sobresaltándole hasta el punto de tener que ahogar un grito en la garganta. -No deberías asustar así a la gente Sabela- contestó Iván dándose la vuelta para mirar a la muchacha que estaba a su espalda - es peligroso, podría romper algo sin querer o darme un ataque al corazón -. Ella indiferente a sus palabras se acercó para besarle la mejilla, acercándose demasiado a los labios. -Lo tienes merecido, hace un siglo que no vienes por aquí, hace semanas que no tengo noticias tuyas- contestó mientras se daba la vuelta haciéndole una seña con la mano para que la siguiera -Acabo de hacer café- dijo perdiéndose tras una cortina marrón con bordados dorados. Antes de seguirla, Iván echó una mirada a los objetos allí revueltos esperando algún comprador, amontonados unos sobre otros llenándose de polvo poco a poco. Le sorprendió la caja sobre el tapete verde de la silla, con una quietud que parecía humana, llamándole en silencio y esperando una respuesta.
Iván no pudo definir la sensación que tuvo; miedo, estupor y un estremecimiento en todo el cuerpo que literalmente le hizo salir corriendo hacia la habitación que se encontraba tras la cortina marrón.
La luz que entraba por el gran ventanal de la estancia contigua le cegó por un momento, oyó cacharros en la pequeña cocina situada a la derecha. Iba a entrar cuando Sabela salió con dos tazas humeantes de café -solo y sin azúcar- dijo entregándole una -cómo ves no lo olvido- se sentó en un pequeño sofá cercano a la ventana. Dos cosas pensó Iván; lo guapa que estaba con la luz del sol tras ella y lo bien que le iba sentar la taza de café tras la experiencia con la caja. Sabela le observaba por encima de su taza, en silencio, bebiendo poco a poco su tercer café de la mañana. -dime, ¿qué te trae por aquí?, ¿qué excusas tienes después de tanto tiempo?, lo se, lo se, no debería interrogarte, pero desapareciste de la noche a la mañana.- Él se acercó sentándose en el brazo del sillón para observar su nuca, su pelo negro, corto, peinado con un poco de gomina y los dedos.- Tuve que salir fuera, para hacer un trabajo importante, lo siento-. dijo mientras le llegaba el fresco olor a jazmines de la colonia que Sabela utilizaba. Unos agradables recuerdos afloraron en su mente. Un pequeño jardín, una traviesa muchachita vestida con unos raídos vaqueros y una blusa donde comenzaba a despertar el paso del tiempo. Una naricilla respingona, que con el sol de verano se llenaba irremediablemente de pecas fastidiosas, como decía ella. Y en sus juegos y risas, siempre estaba presente aquel olor que la caracterizaba. Los jazmines le hacían rememorar tiempos felices, aun cuando la distancia los separaba aquel olor le recordaba siempre el hogar. Ella se levantó para acercarse a los cristales sacando con sus movimientos a Iván de sus recuerdos. La miro atentamente, observando que su naricilla se había poblado, como siempre de las pecas que tanto la disgustaban. -Estas preciosa, ¿lo sabes?- ¡Preciosa!, no sabes lo que dices, el verano acaba de empezar, mira mi nariz- dijo Sabela dándose la vuelta para que el pudiese verla. -La encuentro tan respingona y altanera como siempre, no se porqué te empeñas en que las pecas te afean, a mi me parece que te dan un carácter muy juvenil- contesto él sin poder contener la risa.
En el interior de la tienda se oyó la campanilla de la puerta, Sabela dejó su taza sobre la mesita junto a la puerta y atravesó la cortina marrón -ponte cómodo, enseguida vuelvo- la oyó decir mientras se alejaba. Iván se sentó en el sillón, el sol le dio de lleno en la cara, se recostó y encendió un cigarro mientras sentía que su mente volvía a perderse en las ensoñaciones del pasado.


No creo que consigas subir hasta lo alto del árbol- chilló el chichillo al ver a su amiga vacilar ante una rama nueva y tierna. -Claro que lo conseguiré, y cuando encuentre el lugar apropiado construiré la casita que tanto hemos deseado.- Como envidiaba a su amiga, que parecía no detenerse ante nada. La semana anterior él había intentado la misma hazaña con el resultado de una escayola en su brazo derecho. Pero era época estival y el tiempo pasaría muy rápido sin que se dieran cuenta.... Ella bajaba del árbol despacio, ya estaban demasiado creciditos para estar escalando continuamente a la casita construida tiempo atrás. Él la esperaba abajo para cogerla en el último salto. Se sentaron a la sombra de las frondosas ramas con algunos tesoros de la infancia que habían bajado.....¡Espero que te sirva el libro que he dejado en tu taquilla- chilló él, intentando hacerse oír por ella en el pasillo lleno de alumnos que se dirigían a clase, mientras se alejaba por las escaleras. Ella asintió con un leve movimiento de cabeza para darle a entender que le había oído. Las compañeras de la muchacha ya tiraban de ella en dirección contraria, llegarían tarde a clase......No entiendo porque te has saltado la clase de historia- le recriminó el muchacho siguiéndola por el parque cercano a la universidad. Ella andaba todo lo deprisa que sus tacones la permitían, no quería discutir con él allí donde todos podían oírles. -No necesitas explicaciones, pero como se que si no te lo cuento, no pararás de incordiarme, te diré que he ido con Quique a dar una vuelta.- Espera, ¿con Enrique dedos largos?, no me lo puedo creer, que tenéis tú y ese imbécil en común.- La palabras del joven la hirieron profundamente- Algo que tu y yo nunca hemos tenido- contestó airada mientras se subía en su coche cerrando la puerta bruscamente. La vio alejarse, a su parecer, a demasiada velocidad. Jamás entenderé a las mujeres se dijo para si mientras encaminaba sus pasos hacia la parada del autobús. Ahora tendría que ir a casa solo. ¡Iván,


Iván despierta!- Sabela le sacudía cada vez mas fuerte. Al calor que irradiaba el sol tras los cristales se había quedado dormido. Los recuerdos, aquellos recuerdos no se podían borrar de su mente, había demasiada historia en ellos. -No se que estarías soñando, pero llevo un rato observándote y has pasado de la felicidad más placentera, al odio más profundo-. No se si te gustaría saberlo-. A Iván nunca le habían agradado las relaciones de Sabela con Enrique dedos largos, claro que nunca le había sentado muy bien que ella acogiera en su corazón a otro y a él le relegara a un segundo puesto, Y aunque nunca se lo había dicho, los celos le habían carcomido por dentro, y había ahogado sus lágrimas cada vez que ella le contaba alguno de sus fracasos amorosos. Sí disimulaba, haciéndose partícipe de su alegría, sonriéndola cuando lo necesitaba y ofreciéndole su hombro cada vez que quería llorar. Mientras él, sin que ella lo supiera, se consumía por dentro.
La miró desde el fondo del sillón alejarse para tirar el café, que se había quedado frío, en la pila de la cocina. Se levantó para seguirla, apoyándose en el marco de la puerta, se puso otro cigarro en la boca, - Te quiero- dijo entre bocanadas de humo blanquecinas cuando el sol las tocaba. Sabela estuvo apunto de tirar la taza al suelo. No sabía si acercarse a el para besarle o abofetearle. -Creo que será mejor que te vayas Iván-. Confundido atravesó la cortina marrón -Volveré- dijo él atravesando la tienda.
La caja seguía sobre la silla, con su conversación muda. Con un brillo efervescente, susurrante, Iván volvió a sentir el frío que le calaba hasta el alma, sus pies parecían congelados. Tenía miedo. Un miedo intenso, oscuro, irreal. La campanilla de la puerta tardo mucho en serenarse, en acallar sus ecos tras la impetuosa salida del joven....
(continuará.... creo)

21 abril 2004

las atrasadas de viernes pasados

viernes, abril 09, 2004

1) Si necesitas algún consejo, ¿a quién acudes?A mis amigos y depende de para qué, a mi madre.
2) ¿Les haces caso a los demás cuando te dan consejos?
Pido opiniones para saber, normalmente ya tengo la decisión tomada antes de preguntar.
3) ¿Eres de dar consejos a los demás?

Mentiría si dijera que no, lo hago consciente o inconscientemente, que se den por aludidos y los sigan; ya es cosa suya.
4) ¿Cuál ha sido el mejor consejo que te hayan dado?

No creo que fuera un consejo sin no una apreciación de mi persona y… tenía mucha razón.

5) ¿Alguna vez te has arrepentido de seguir el consejo de un amigo, familiar, profesor, etc?
Alguna vez… pero sigo adelante.

 

jueves, abril 01, 2004

1) Si tu vida estuviera dentro de una película, ¿que personaje serías?
La mala por supuesto, una Michael Mayer o Jason Voorhees.


 

2) ¿Qué tipo de película es tu vida?
Es una película incompleta, se cortaron demasiados metrajes y sólo tendrá un final.
3) ¿Qué banda sonora tendría?
Una con toda la orquesta, tipo el Bolero de Ravel, con un empiece suave y poco a poco incorporando todos los instrumentos hasta tener un apoteósico final
4) ¿De qué director sería?Dario Argento o Wes Craven basándose en un guión de Stephen King
Stephen E. King 

5) ¿Y cuál crees que sería la crítica?

No muy buena, seguro, pero a quien le importa; malas películas hay muchas, buenas; bastante pocas.

16 abril 2004

1) Mara estaba acurrucada en un rincón. Largas lágrimas negras rodaban por sus mejillas llevándose parte del rimel puesto por la mañana en sus largas pestañas. Sostenía entre sus dedos, manchados de maquillaje, polvos y carmín de tanto restregarse la cara, un pañuelo ensangrentado que apretaba contra su labio partido. En su rostro se veían ahora las sombras amoratadas de golpes antiguos. Hematomas recientes. Heridas cicatrizadas a fuerza de silencio, miedo y más lágrimas. No oyó la puerta de la casa abrirse violentamente, como no había escuchado el timbre del teléfono, que no dejó de sonar durante horas. Cuando Alex entró en el dormitorio seguía agazapada en la esquina, acunándose, mientras el sol de la tarde hacía brillar su pelo oscuro. Se acercó despacio para no sobresaltarla, le retiró el cabello de la cara y la instó a mirarle. Ella parecía avergonzada a parte de aterrorizada y magullada. Lo abrazó, manchando su camiseta blanca de lágrimas y sangre. Siempre habían sido amigos; los mejores. - No volverá a ponerte una mano encima- dijo suavemente. Ella suspiró sin convicción, resignada. La acarició con el corazón encogido por la angustia de verla sufrir.- Déjalo en mis manos-.

 

2) Había conocido a Mara desde siempre, desde que era un tierno bebé. De puntillas la miraba desde el borde de la cuna, con la curiosidad de los niños pequeños, aunque muy dentro de él, lo que deseaba era que abriera los ojos, que hiciera algo más que dormir y comer. Tenía 7 años cuando sus padres le dijeron que los vecinos iban a tener una niña, que cuando creciera podrían jugar juntos. ¿Una niña? Pensó Alex con frustración. Las niñas sólo saben jugar con muñecas, no se suben a los árboles, no se tiran desde las rocas al lago, no hacen carreras de bicicletas, son blandas y lloronas. Pero cuando nació, inmediatamente se hizo su protector, su hermano, su cuidador. Lo compartían todo, incluso cuando ella se casó siguieron muy unidos. A Alex nunca le había gustado Nacho, un pendenciero nato. Pero cuando veía a Mara con él y la veía feliz, se olvidaba de que él era un camorrista metido siempre en follones. Con el tiempo algo cambió, ella cambió y cuando Alex insistía en saber, ella callaba. La mañana en que ella abrió la puerta ocultando medio cuerpo tras la madera Alex no pudo frenar por más tiempo su preocupación. -¿Qué te está pasando?- dijo mientras hacía que la puerta cediera bajo el peso de su mano. No pudo preguntar nada más. El ojo hinchado y los moratones en los brazos lo decían todo. Ella no quiso hablar. Lo empujó de nuevo hacia la salida cerrándole la puerta, el acertó a escuchar sus palabras y sollozos tras ella- No te preocupes por mi, no es lo que parece-

 

3) Ella desde pequeña secundaba todas las aventuras de su vecino. Se tenían el uno al otro a falta de hermanos con quien compartir juegos y travesuras. Se subía a los árboles, le ganaba en las carreras frenéticas calle abajo con la bici y le retaba a tirarse al lago siempre desde una roca más alta. Eran amigos, eran confidentes, eran uno solo. En casa, en el colegio, en la Universidad, en la vida diaria. Aunque Mara luego tuvo otras amigas y salió con otros chicos, no dejó nunca de tener tiempo para Alex, incluso cuando Nacho, el guaperas del instituto se fijo en ella y empezaron a salir, no lo dejó de lado. Simplemente dividía su tiempo. A Alex se le notaba que Nacho no le agradaba y Nacho por su parte parecía recelar de la amistad que los unía, a pesar de que ella le aseguraba que entre ellos no existía nada. No supo con seguridad si Nacho le pidió que se casara con ella porque la quería o por alejarla de su vecino para siempre. Sólo supo que lo amaba y que deseaba estar con él siempre. Por ello dijo que sí. Por eso se fue a vivir a otro barrio. Por ello comenzó una vida nueva sin prever el infierno en que se convertiría. Una noche en la se abalanzó sobre ella como un animal, despojándola brutalmente de la ropa, agarrando con fuerza sus manos para que no pudiera defenderse y la violó; lo justificó pensando que tenía un mal día. Ella pensó que tenía la culpa por no entenderlo, así lo pensó mientras lo miraba vestirse de nuevo; él como si no pasara nada se puso una camiseta
y se subió la cremallera.

 

4) Mara y Alex seguían compartiendo momentos. Ahora a escondidas, ella nunca declaraba que Nacho no sabía nada de esos encuentros. A los ojos de su amigo aparentaba que todo andaba bien. Lo ocurrido aquella noche ¡nunca había pasado! Aunque no pudo olvidar ni confesárselo a nadie. Cuando aquella noche lo vio salir de la habitación, dejándola en una cama revuelta y la ropa hecha jirones a su alrededor se sintió sola, dolorida, humillada. Quizá se lo merecía pues últimamente lo tenía demasiado abandonado; el trabajo le llevaba demasiadas horas y las ausencias nocturnas se hacían cada vez más largas. Él era un hombre, sus instintos lo habían llevado hasta ese extremo, en el trabajo le iba mal, también había discutido con sus hermanos y volvía a frecuentar las amistades del instituto. Hablaría con él, se sentarían como antes, abrazados en el sofá mientras veían la puesta de sol. Pero esa, como otras conversaciones no se llevaron a cabo. Él al día siguiente le llevó el desayuno a la cama, la colmó de atenciones y caricias y ella dejó pasar el momento mientras disfrutaba de su ternura. Tras una bofetada, venía un beso. Tras un grito, un abrazo. Tras una paliza, un arrepentimiento que parecía sincero. Después de un tiempo, aunque no se atrevía a planteárselo por miedo a descubrir una verdad que le dolía, unas palabras anidaron en su mente: MALOS TRATOS. Dejando el café, que se había quedado frío, pensó nunca antes me había pasado.

 

5) Alex no sabía, pero intuía, la conocía muy bien. Sus ojos verdes habían perdido su brillo y sus ojeras se habían acentuado. Se maquillaba más que antaño ¿para ocultar algo? Cuando andaba lo hacía a pasos cortos, como si le doliera el cuerpo. Siempre había sido vigorosa y dicharachera, de tez clara y tersa, sus ojos siempre reían al igual que sus labios. En ese instante en que la miraba le parecía tosca, envejecida, incluso temerosa. Pero ella no manifestaba directamente lo que le ocurría. Callaba aún cuando él hacía acusaciones contra Nacho. Ella eludía los comentarios, lo intentaba tranquilizar y Alex se enfureció - No lo defiendas- le rogó- nadie tiene derecho a pegar a nadie y sé que él te debe golpear con frecuencia, los moratones no se pueden ocultar ni siquiera bajo todo ese maquillaje que te pones, ni con esas blusas de invierno. Ella se derrumbó ante la verdad que él le ofrecía, tan real, tan cierta. Al mirarlo comprendió entonces que se había equivocado en todo, en su elección, en su matrimonio, en su vida convertida en un torbellino de celos, gritos y golpes. - Tengo miedo Alex, sé que lo quiero, pero un día de estos se le ira la mano y me matará. Hago todo lo que puedo, intento no contrariarle para no recibir más palizas, pero él siempre busca alguna excusa, me hace parecer inútil, me humilla, me doblega. Ya no puedo más. Vivo atemorizada y cada vez que le planteo que nos demos un tiempo para estar lejos y poder volver a la normalidad la emprende a golpes conmigo. Prefiero no hablar y ceder, así por lo menos no me pega-. Alex tomo sus manos - estaré a tu lado, como siempre, para lo que necesites, sólo tienes que llamarme-. Tras una semana sin tener noticias de ella la encontró cobijada en el rincón del dormitorio, temblorosa, herida y tomo la determinación de zanjar ese asunto de una vez por todas. Avisó a la policía y fue al taller donde Nacho trabajaba. No le dejó hablar, lo derribó antes de que el pudiera alzar una sola mano. Aguantó el puño en alto, quería golpearlo, quería matarlo. Se lo merecía. Pero mantuvo la cabeza fría y pensó en Mara. Cuando la policía se lo llevaba se acercó a él. - Puede que en algún momento la amaras, que creyeras que te pertenecía y por ello tener derecho a maltratarla. No has sabido cuidarla, comprenderla, protegerla y compartir con ella la felicidad que estaba dispuesta a darte. No sólo basta que te amen, también hay que amar y respetar. Su respeto por mi es enorme, es el pilar de nuestra relación que nunca has comprendido. Su amor por mi es grande ¿pero sabes? por ella el mío es más grande.

14 abril 2004

SIEMPRE HAY EXPERIENCIAS QUE NINGUNO DE NOSOTROS PUEDE COMPARTIR TOTALMENTE. ¿QUÉ IMPORTA UNA MUERTE MÁS O MENOS? NO MUCHO, A NO SER QUE SE TRATE DE LA DE UNO. LA DEFENSA DEBÍA SER EMOCIONAL, ELEGIDA POR VOLUNTAD PROPIA, NO PARA SEPARARLOS SINO SIMPLEMENTE PARA PROTEGERSE DE UN DOLOR DEMASIADO REAL. ESTABA EXPLORANDO SU PROPIA ALMA, UN TERRITORIO DONDE NO HABÍA ESCAPATORIA, EL ÚNICO ENEMIGO AL QUE SIEMPRE DEBÍA ENFRENTARSE, TARDE O TEMPRANO, MÁS REAL QUE CUALQUIER OTRO ASPECTO DE LA VIDA O LA MUERTE. NO SE PUEDE CAMBIAR LA VERDAD, NI SIQUIERA OCULTÁNDOLA.
... Y AUNQUE NO HA CONSEGUIDO REHACER SU VIDA, SE HA CONSTRUIDO OTRA.
(anne perry, el grito silecioso)

13 abril 2004

No era la primera vez que ella perdía la mirada sin verle, sin oírle, sin rozarle. Su mundo en esos momentos se hallaba a décadas de él. No era partícipe de las risas que ella oía, de los colores que imaginaba su mente inquieta, de los conocimientos que a él se le escapaban. Le cambiaba el color de la mirada y su pupila se hacía tan minúscula que su iris se convertía en un océano infranqueable. Sus labios se movían imperceptiblemente, manteniendo conversaciones sordas a sus oídos con compañeros invisibles para él. Sus manos dibujaban palabras que él hacía tiempo había dejado de intentar adivinar. Él formaba parte de su presente dividido. En la cabeza de ella existía un pasado incierto o un futuro indescriptible.
Ya había aceptado esos periodos de tiempo estáticos como parte de ella. Se sentaba. Esperaba. A veces el color de su piel cambiaba volviéndose níveo. En otras ocasiones era su pelo el que parecía refulgir como fuego ardiente, intenso. Su cuerpo se tensaba para luego quedarse como yerto, hasta el punto de que él se quedaba junto a ella para sujetarla en caso de que cediera dentro de su mundo particular.
Eso sólo había ocurrido en un par de ocasiones. Él la trató como se trata la porcelana china. Ella no se había percatado nunca de la existencia de él cuando evadía su mente.
Los tiempos inertes se estrecharon cada vez más y no se atrevía a moverse estando ella así. Ahora observaba pacientemente. Lo único que no cambiaba nunca en ella en aquel estado eran sus ojos intensos e inertes. Él se perdió una vez en ellos al mirarla estando demasiado cerca. Fue un tiempo muy breve en el cual le pareció estar viviendo otra vida. Le invadió una sensación de vértigo que lo dominó por completo. Sintió que su cuerpo se dividía en miles de moléculas flotantes que se dispersaban. Sabía en todo momento cuales le pertenecían en aquel mar de colores esféricos. Separadas, divididas, eran independientes siendo una misma. Recogían cada una un aprender nuevo, un olor, una palabra, un sentimiento que él iba recibiendo como latigazos suaves de un aprendizaje universal fuera del mundo que él conocía. Sintió miedo pero a la vez un relajamiento absoluto de toda su existencia.
No volvió a suceder nunca más. No entró en ella. No pudo ser partícipe de nuevo. Quizá porque ella no quiso. Quizá porque él no estaba preparado para saber. Para comprender. No le contó a ella la experiencia y ella no preguntó, pero sus pupilas brillaban cuando le observaba ir y venir.
Los dos callaban.
Ella volvía de aquellos extraños viajes como si nunca se hubiera ido. Retomaba la conversación en el punto exacto donde la había dejado. Terminaba la puntada del bordado empezado hacía demasiado tiempo o concluía el párrafo interrumpido de su lectura. No se percataba nunca de sus ausencias, no se daba cuenta que las manecillas del reloj habían seguido corriendo esféricamente; marcando un ritmo ajeno a ella, pero que para él cada vez se hacían más largos.
Tenía miedo de que ella no despertara, que no volviera, que se quedara dentro de aquella existencia que era sólo suya. Tenía miedo de no saber hacerla volver si se perdía en aquellos caminos que no andaban juntos. Tenía miedo de verla dividirse en millones de moléculas y se deshiciera en el viento de la mañana. Tenía miedo de perderla y no saber retenerla.
Hacía días que aquella idea le rondaba y asaltaba en cualquier momento. Sentía un escalofrío por dentro, pero cuando la veía allí, con una sonrisa muda en el rostro, se calmaba.
Aquel silencio que avanzaba despacio por el pasillo en su busca le confirmó un hecho que se había negado a admitir. Pesaba. Lo sabía antes de correr hacía el salón en su busca. Sabía que no la encontraría, que buscarla sería una batalla perdida, porque existían más universos y esos no estaban al alcance de su mano. 

01 abril 2004

NO PUEDO SEGUIR

En honor a la verdad
YA LO NUESTRO NO DA MÁS

sólo quedan los recuerdos
lo que hubo entre los dos
la rutina lo apagó
y borró los sentimientos
me llené tanto de ti
que en tu sombra me perdí
fuiste huella en mi camino.
No hay más que hablar ya no hay remedio

somos dos extraños más

AQUEL AMOR

YA NO LO SIENTO

AQUÍ NUESTRO VIAJE TERMINÓ

NO PUEDO SEGUIR FINGIENDO

YA SABEMOS QUE TODO ACABÓ
NO QUIERO PERDER MI TIEMPO
ES URGENTE DECIRNOS ADIÓS

Es mejor dejar atrás

una historia que al final
a marcado nuestras vidas
lo demás está de más
OTRA POSIBILIDAD
DE INTENTAR ESTA PÉRDIDA

No hay ningún culpable en esta situación

para que decir lo siento
ya lo he consultado con mi corazón
y me dice que no
que no puedo con tu juego y
no puedo seguir...

SABEMOS QUE TODO ACABÓ

NO QUIERO PERDER MI TIEMPO

ES URGENTE DECIRNOS ADIÓS