26 mayo 2004
Es fácil hablar desde este lado. Lejos de las lágimas que se están derramando. Lejos de los porqués, lejos de las sin razones. Lejos de la muerte.
No he sabido qué decir, ni cómo reaccionar.
Siendo egoista me he preocupado por lo que haría yo en esa situación. No he sabido hallar una respuesta.
Es imprevisible la fortaleza humana. Aunque tarde o temprano termina desquebrajándose como un cristal, desbordándose en lágrimas, en rabia, en impotencia.
Suicidarse es un acto solitario, así debería ser, sin salpicar a nadie, sin dejar a nadie llorando y sufriendo por la pérdida de uno. Unos dicen que es un acto de cobardía por no enfrentarse a lo que tienen delante. De valentía, dicen otros. Porque hay que tener valor para arrebatarle a alguien la vida, hay que tener mucho más valor para negarse a uno mismo hasta el punto de querrer desaparecer, morir y dejar de existir.
Y hay que ser muy CABRÓN (y perdón por la expresión)para dejar a tu familia sumida en una tristeza eterna por voluntad propia.
25 mayo 2004
1) Describe en 3 palabras un día normal en tu vida. Madrugar, rutina, acostarse.
2) ¿Qué es lo primero que haces al despertarte y lo último antes de dormir? Dejar las gafas en la mesilla, coger la gafas de la mesilla.
3) ¿Cómo es tu desayuno?¿Eres de los que desayuna en forma, o va comiendo a lo largo de la mañana? En casa no desayuno, me tomo varios café a lo largo de la mañana en el trabajo, a veces con un Donuts
o una magdalena o a veces sólo cafés.
4) ¿Cuántas horas tiene tu día? ¿Las horas que no estás dormido? Si me levanto a las 8 y me acuesto más o menos a las 3 de la mañana… mi día tiene… unas…¿19 horas?
5) Describe un día perfecto. Doce de la mañana, el sol entra por la ventana; despierto, nadie en casa, un cigarrito y un libro. Hasta las dos en la cama. Ducha. Sofá, tele, siesta. Pasan las horas… más de media noche; la cama, dormir, tal vez soñar….
14 mayo 2004
HAY...
viernes consumista
jueves, mayo 13, 2004
1) Para ti... ¿cuál es la diferencia entre consumo y consumismo?
Consumo lo que necesito, el resto… son caprichos.
2) ¿Hasta qué punto te influyen "las modas" a la hora de comprar algo?
En nada, compro lo que me gusta esté o no esté de moda.
3) No gastas más... ¿Por que no quieres o porque no puedes?
Gasto lo justo.. o quizá no…
4) ¿Te arrepientes a menudo de comprar algo que días después te parecía inútil?
A veces, como todo el mundo, pero o lo relego al fondo del cajón o se lo regalo a alguien que sepa aprovecharlo.
5) Si usas "marcas"... ¿por qué lo haces?
No lo hago, compro lo que me va bien, lo que me cabe, con lo que me siento cómoda, a veces es de marca y a veces no.
12 mayo 2004
1. ¿Un lujo del que no puedas prescindir? No creo que sea un lujo, pero no puedo prescindir del dulce.
2. ¿Algo que nunca falta en tu armario? El desorden de mi orden y un jersey negro.
3. El SMS o mensaje más sorprendente que has recibido. ¿Sorprendente por divertido, por raro o por no esperarlo? Todavía espero recibirlo
4. ¿Que es lo más difícil que has hecho? Dejarme crecer las uñas hace un par de años
5. ¿Como te describirías a ti mismo? Una persona estupenda, claro!! que voy a decir de mi misma... Aunque tengo maravillosos defectos y horribles virtudes
07 mayo 2004
06 mayo 2004
Ahora has vuelto, o yo me acerqué de nuevo por no haberte perdido nunca realmente. (una frase que acabo de oir, "Es duro reconocer que alguien a quien has amado es sólo cenizas", de la serie A dos metros bajo tierra) No eres cenizas, eres un montón de palabras, un montón de confidencias, un montón de risas, un montón de sueños. Eres tú, siempre lo has sido, siempre lo serás. Hasta que un día tengan que vaciar el armario de mi vida y te vayas encerrado en una bolsa. Tú y tus letras, tú y tus recuerdos; todos los conservados entre papeles: los besos olvidados, las caricias no dadas, las noches inexistentes, las lágrimas secas. Los ojos cerrados. Ahora estás, musa de mis palabras y mis pensamientos. Me inspiras. Amor hecho en el tiempo. Deseo controlado. Unión imposible.
Estaba parado en la esquina, aún vistiendo un traje liso gris marengo de corte inglés que entallaba su figura, ella le reconoció enseguida. Pensó en cruzar la acera, pero ya no daba tiempo. - Buenos días, ¿hoy hace un día precioso verdad? - saludó él con una sonrisa. Le miró por un instante y aceleró sus pasos alejándose. Sabía que a lo largo del día se lo volvería a encontrar.
Tras media mañana caótica sumergida entre papeleo decidió cerrar la penúltima carpeta y bajar a la cafetería a tomarse un café. Se sentó en su mesa de siempre, frente al ventanal, para ver a la gente pasar por la acera. Perdía la mirada entre pasos, entre conversaciones mudas tras el cristal, más allá de los baldosines mojados por la lluvia caída en la madrugada. - ¿Qué va a ser?- Una voz masculina la sacó de su ensimismamiento. Allí estaba de nuevo, su traje había cambiado por una chaquetilla blanca, pero era él otra vez. Su voz se atragantó antes de poder susurrar - Un café largo con leche fría en vaso grande-. Él sonrió dirigente y se marchó. Volvió a mirar por la ventana, intentando recordar en cuántas ocasiones le había visto en la última semana; en cuántos sitios, bajo cuántas caras diferentes; había perdido la cuenta. Decidió que el café ya no le apetecía y silenciosamente salió del local. Tenía que sumergirse de nuevo en el trabajo para no pensar. A media tarde un mensajero la interrumpió. - Traigo un paquete para usted ¿no la molesto verdad?-. Su mente supo que era él antes de que sus ojos lo miraran. Ahí estaba otra vez, enfundado en un mono azul y rojo, con el casco en un brazo y en la otra mano sosteniendo una pequeña caja de cartón que le ofrecía. Le tembló la mano al cogerla y un latigazo recorrió su cuerpo, tensándolo, cuando él le ofreció un albarán para que lo firmara y sus dedos se rozaron. Firmó presionando tanto el bolígrafo que el papel se rompió. - No te preocupes, no tiene importancia- le dijo mientras la volvía a sonreír y desandaba los pasos hacia el ascensor. Estaba cansada, de repente se dio cuenta de ello. Tanta tensión hacía presión en sus sienes. Se cruzaba con él en la calle, lo encontraba conduciendo el autobús que cogía cada mañana, era el cajero del supermercado, el hombre que limpiaba los cristales de la oficina. Siempre era él, aunque su vestimenta cambiara, aunque su nombre; muchas veces escrito en los diversos uniformes con que le había visto, fuera diferente. Y casi siempre le hacía una pregunta, sutil, que ella contestaba casi como una autómata. Así él parecía recopilar información. Sabía los libros que leía, que los días de lluvia la ponían melancólica, que adoraba el color verde, cuales eran sus películas preferidas y que comida odiaba. Bajo personalidades diferentes se había metido en su mundo y había ido conociendo cosas de ella que casi nadie sabía. Empezó a tener miedo de él. Intentó rehuirlo cada vez que pudo. Pero él siempre aparecía en otra forma, en otra persona y al final se rindió ente la evidencia de que siempre estaría ahí.
- ¿Qué haces en mis sueños? - preguntó ella ante la visión de aquel hombrecillo todo vestido de verde que no levantaba dos palmos del suelo y la miraba intensamente. - Éste es el último lugar de tu vida que me quedaba por conocer - contestó mientras le entregaba una flor y desaparecía sonriendo.
Despertó agitada todavía con aquel sueño en su cabeza. La misma voz, la misma sonrisa, los mismos ojos.
Se dio la vuelta tapando su cuerpo desnudo con la sábana que había revuelto mientras dormía, y le miró. ÉL respiraba tranquilamente a su lado.