06 mayo 2004

No estabas, porque yo me encargué de alejarte de mi vida. Eso no quiere decir que te olvidara. Nunca lo he hecho desde que te conozco, aunque sí recomendé a mi corazón, él tan rebelde siempre, que te relegara a lo más profundo. Quería enterrarte; para siempre. Alguien muerto es perfecto, su único defecto es no estar vivo. Quería construirte un nicho de palabras y recuerdos. Y así conservarte. Eterno en mi imaginación, feliz con la visión que mi mente había construido de ti. Sin dolor, sin rencor, sin lágrimas, sin tiempos ausentes.
Ahora has vuelto, o yo me acerqué de nuevo por no haberte perdido nunca realmente. (una frase que acabo de oir, "Es duro reconocer que alguien a quien has amado es sólo cenizas", de la serie A dos metros bajo tierra) No eres cenizas, eres un montón de palabras, un montón de confidencias, un montón de risas, un montón de sueños. Eres tú, siempre lo has sido, siempre lo serás. Hasta que un día tengan que vaciar el armario de mi vida y te vayas encerrado en una bolsa. Tú y tus letras, tú y tus recuerdos; todos los conservados entre papeles: los besos olvidados, las caricias no dadas, las noches inexistentes, las lágrimas secas. Los ojos cerrados. Ahora estás, musa de mis palabras y mis pensamientos. Me inspiras. Amor hecho en el tiempo. Deseo controlado. Unión imposible.