03 mayo 2004

Anoche llovía, caía agua con intensidad haciendo que las luces dejaran olvidado su fulgor; atrapado entre las gotas y extendiéndose por el suelo al caer. Intentaba dormir, pero el eterno caer, ruidoso y molesto no me dejaba conciliar el sueño. Di vueltas y más vueltas, intentando apagar el sonido bajo el edredón. Pero cuanto más quería silenciarlo, más se empeñaba él en hacerme saber que estaba ahí fuera. Puede que fuera eso o la conversación mantenida contigo la que me tenía desvelada. También intenté mantener mi mente fuera de eso, no darle más vueltas, no preocuparme; pues no tenía sentido hacerlo. Pero me sentía como si te hubiera engañado en algo. Como si esperaras de mi otra cosa y al ver que era tan humana como los demás, no creyeras en mi. Sentí ese distanciamiento del principio, al conocerte. Esa coraza que ante los demás pareces tener puesta y que con los días, con las palabras ha ido despojándose del blindaje que la mantiene, haciéndote a mis ojos igual de humano que yo. Pueden ser imaginaciones mías. Puede que tú ni siquiera estés pensando en eso. Puede que las dudas me acechen, como el aguacero que cae fuera. Que no me moja, pero sé que está ahí, insistente. Creo que me dormí sin saberlo, rendida de tanto pensar, de tanto darle vueltas a las palabras. Sólo me pregunto y no sé si quiero saber la respuesta ¿porqué siento que te he engañado?

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