Ha sonado el teléfono. Cuando me han dicho que eras tú no podía creérmelo. Mi cara era una gran sonrisa. Con tranquilidad he cogido el auricular. Ha sido agradable oír tu voz de nuevo, después de tanto tiempo. Tenía un poco de miedo, lo reconozco, pues pensé que me pondría a llorar al recordarte, al recordar todo el pasado. Pero no ha sido así. Seguramente lo esté superando, seguramente tú también. A pesar del tiempo perdido, ese que dicen se escurre entre los dedos sin poder retenerlo como el agua, me ha parecido que todo volvía a su cauce. Sé que no va a ser así, pero me consuelo pensando que sí, que en algún momento las cosas podrán mejorar y que volverás a ser lo que siempre has sido, lo que fuiste, lo que ERES.
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19 julio 2004
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