De madrugada se coló en mi habitación, se metió en mi cama y me robó un sueño.
Después de hacer el amor hasta que la pasión nos lo permitió, él compartió su descanso abrazado a la almohada. Yo posaba mis ojos a la luz difusa que entraba por la ventana, en la pared lisa y sin formas; intentando encontrar allí algún suspiro y algún consuelo olvidado de otras noches parecidas. No lo hallé y el amanecer me sorprendió viendo como las luces de la ciudad se apagaban. El humo de un cigarro, así como el deseo se escapaban de mis labios. Él, seguía durmiendo con mis sueños.
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