14 mayo 2003

DE CARNE Y HUESO

Hoy toca el recuerdo a las series y programas, no de animación, sino aquellas en las que los personajes eran de carne y hueso. Casi todas extranjeras. Las series de producción propia se cuentan con los dedos de la mano. No con ello quiero decir que fueran peores.

De las nuestras; hay que recordar inevitablemente a aquella familia que nos saludaba todas las tardes con un ¡¡¡¡cómo están ustedes!!!! A lo que contestábamos ¡¡¡bien!!! Sentados en el suelo del salón, pegados a la tele pensando que nos podían oír. ¿Quién no lloró cuando Fofó murió? Con Gaby lloramos menos, su personaje siempre era el serio, el distante, el cabal en aquella familia de locos. Nos quedan aún Miliki, Fofito y Milikito, ahora convertido en Emilio Aragón. Los payasos de la tele, hicieron reír a toda una generación de chavales. Les enseñaron a reír y a disfrutar haciéndolo.

Otra para recordar es La bola de cristal, tan de moda estos días por haberse editado un libro sobre el programa y una exposición en Alcalá de Henares; en la que se incluyen proyecciones de los mejores momentos. Nunca se ha conseguido reponer. ¿Tan mal nos enseño? NO. Nos enseñó a pensar entre vatios, faradios y gilivatios; nos enseñó a cantar, a proponer, a hablar sin miedo de expresarnos. Los electroduendes nos enseñaron el lado bueno de las cosas, la bruja Avería se encargaba de lo malo. ¿Qué tendrá la bola que a todo el mundo le mola? Qué era un programa inteligente, entretenido, divertido, lúdico y era para nosotros. Quizá si ahora fuera repuesto, las nuevas generaciones no lo entenderían, quizá ni nosotros lo entenderíamos y sólo nos traiga buenos recuerdos. Muy buenos.

Quién no se acuerda de la eterna pandilla del verano. Aquel verano que se nos hizo azul, muy azul; una y otra vez. Y una y otra vez lloramos la muerte de Chanquete, descolorida por el paso de los años. Aprendimos a hablar al revés, a ver que los mayores, fuera de nuestra familia, podían ser los mejores amigos del mundo, nos escuchaban, nos comprendían, nos ayudaban. Quien no se enamoró de Javi, de Pancho o de Bea. A quién no se le pasó por la mente alguna vez las trastadas de Tito y Piraña y se vio incapaz de realizarlas por miedo a las represalias. A quien no le entra nostalgia cuando aún hoy oye la canción del Dúo Dinámico el final del verano.

Para una chica es inevitable no recordar a aquellas “muchachitas que fueron a la academia de policía, les asignaron misiones muy peligrosas, Charlie las apartó de todo eso y ahora trabajan para él”. Eran las más guapas, arriesgadas e intrépidas de la tele. Kelly, Sabrina y Jill.. Ohhhhh, que recuerdos y eso que no me dejaban verlo. No entiendo qué razones tenían para prohibírmelo, claro que siempre buscaba una excusa y me pegaba a la tele. Aquellas “reinas de la pantalla” lo mismo pilotaban un avión que conducían un tanque. Yo quería hacer lo mismo... pero me conformaba con mirar al cielo y pasear con la bicicleta. Aquellos peinados, los bucles de los setenta... y los cuellos de las camisas; aquellos que se extendían desde el cuello a los hombros...¡Aquel glamour!. Me encantaban esos cuellos. Me encantaban Los Ángeles de Charlie. Aún ahora, que están tan desfasados.

Cuando se habla o se recuerda una serie que nos haya hecho llorar, pero llorar de verdad, en cada capítulo; es inevitable no acordarse de La casa de la pradera. ¡La familia Ingalls! Tan perfecta, tan melosa, tan empalagante; pero que nos mantenía en vilo allí sentados, sin podernos mover del sillón para no perdernos ni una lágrima. Creo que fue la primera serie que nos quiso inculcar la importancia de la familia, los valores de ella, de mantenerla unida en las alegrías (pocas) y en las adversidades (muchas). No sé si aprendimos o algo de ellos se quedó en nosotros. Sólo sé que gastamos un montón de pañuelos en cada hora que compartimos sobretodo con Laura, y que llegamos a odiar a Nellie Oleson más que a nuestros profesores de escuela.

¿Quién no quiso alguna vez vivir con la única compañía de un caballo blanco y un mono? Y tener dos estupendos amigos (Tommy y Anika) por los que era capaz de arriesgar todo lo que tenía. Pipi Calzaslargas, fue la niña-adulta más precoz , fuerte y generosa de la tele. La que todos queríamos ser y a la que todos intentábamos imitar. La niña fantasiosa, deseosa de que su padre volviera, pero que sobrevivía ella sola como podía en un mundo de adultos que quería imponerle sus normas.

Los 5. Libros, serie, película... eran totales. Eran lo mejor. Eran los amigos incondicionales; claro, eran primos. El cabal Julián, Dick el alocado, Anne la miedosa, George (Georgina) la rebelde y Timoteo, el mejor amigo del hombre, el mejor amigo de los chicos. Villa Kirring. Misterios. Locuras. Acampadas. Secuestros... ¿Qué no vivieron esos jóvenes estando juntos? Y sigo preguntándome lo de la famosa cerveza de jengibre, presente en todas sus aventuras. GENIAL, es la única palabra que se me ocurre para definirla. La prefecta armonía y los valores de la amistad siempre se recordarán con los cinco.

También reímos mucho con el agente más patoso que la televisión a creado. Y todo le salía bien SIEMPRE, con algo de ayuda claro; su compañera 99 era como su sombra y la que sin que él lo supiera le sacaba de todos los aprietos. El superagente 86, nos ponía de los nervios de punta, por quererle ayudar y no poder. Nos sentíamos impotentes aún sabiendo que todo se resolvería bien.

Otra familia que nos hizo reír, inculcándonos otros valores diferentes fue La familia Monster. Tan extraña, pero tan querida. Que vivían como a muchos nos hubiera gustado. Con un monstruo bajo las escaleras. Y viviendo cada minuto como si fuera el último. Era una familia diferente, pero integrada en su pequeña sociedad, sin complejos. Ellos se veían bien y te hacían verlos normales aún siendo lo más dispar del mundo.

Y como serie de acción ¿quién no recuerda a los pecos detectives, el Zipi y Zape de los policías. El rubio y el moreno que más pasiones despertaron en las hoy treintañeras. Starsky y Hutch y su inseparable deportivo rojo. Metidos en todos los follones posibles e inimaginables, de los que siempre salían airosos y sin despeinarse.

Durante más de diez años, muchos más contando las reposiciones, viajamos en un crucero intentando encontrar un amor y sin marearnos. Muchos actores hacían sus pinitos en Vacaciones en el mar y luego saltaban al estrellato. El capitán Stubing se hizo casi nuestro padre. Dejamos de tener miedo a los médicos cuando conocimos al doctor Bricker, en aquellas Vacaciones en el mar, viaje tras viaje conocimos rincones del mundo y descubrimos el poder del amor.

Y quién no recuerda a Angela Chaning, la mala por excelencia, la matriarca que quería tener a todos bajo su poder y mantener a la vez sus viñedos de Falcon Crest llevándose a quien fuera por delante. Nadie era bueno para ella, porqué ella era la más mala de la tele. La familia Chaning durante años nos tuvo pendientes del televisor y no veíamos el momento en que alguien pudiera con ella y la destronara.

La primera vez que tuvimos conciencia de querer ser dominados por seres de otro planeta fue con la serie V. Quien no quiso unirse a la resistencia con Mike Donovan y su inseparable Julie para vencer a aquellos lagartos, que se ocultaban bajo rostros humanos para que confiáramos en ellos.

Y cuando se trata de recordar a uno de los más horteras de la tele, nos viene a la memoria el nombre de Michael Night y su coche fantástico. Aquella cazadora perenne, aquellas botas punteras de tacón, aquellos rizos, aquella camisa siempre abierta... y encima se empeñaba en conducir un coche al que sólo le faltaba poder tener hijos, todo lo demás podía hacerlo. Pero quien no deseó alguna vez tener un coche así.

Hay más series, Los hombres de Harrelson, Con ocho basta, Los Ropper, Enredo, Un hombre en casa, Bonanza, Los vengadores, la Masa, Curro Jiménez, Historias para no dormir, Embrujada, Colombo, Fama, Corrupción en Miami... que necesitan ser nombradas y recordadas con cariño.

Y muchas más, maravillosas todas pero que sólo quedan en la memoria de algunos nostálgicos. En mi memoria.

No hay comentarios: