31 octubre 2008

Noche de bichos...

Resulta difícil centrarse en otras cosas, incluso moverse a otra estancia cuando tus oídos están atentos a las paredes, esas que crujen y uno cree, quiere creer, que lo hacen por el viento que arrecia fuera. Hace una noche desapacible, iluminada cada 40 segundos, cada 37, cada 35 por la luz cegadora de un relámpago y su correspondiente voz que te dice que hay que resguardarse. La tormenta se acerca y parece ser que el epicentro va a ser la casa. Siente las paredes palpitar y se pregunta si hay goteras. Cree que no. Recuerda a Jorge subido en el tejado, recuerda su torso desnudo al sol y como alguna de las tejas agrietadas caían al suelo y eran sustituidas por otras nuevas, recuerda el mimo con que reparaba el tejado protegiendo así su casa, su familia que era él. No eran goteras, pero parecía que la casa estuviera viva, parecía que se iba a venir a bajo o que saldría de sus cimientos para huir de la tempestad. Él quería hacer lo mismo, irse, alejarse de esa sensación de no encontrarse sólo, de que miles de ojos lo observaban desde todos los rincones, pero la calle se había convertido en un río casi infranqueable con una fuerza atronadora que ya había movido algún coche y arrancado a su paso algún débil árbol, restos de vallas y suciedad por doquier. Ir andando era un suicidio seguro y pensó de nuevo en Jorge, se había llevado el coche. Esperaba que estuviera a cubierto y seguro en un sitio seco.
Algo se quebró sobre su cabeza, el sonido fue como cuando una tela se rasga, mirando al techo vio un agujero oscuro que parecía latir, como si fuera un corazón, como si la casa respirara; como si fuera un ojo y la casa lo observara. Casi percibía el latido, el susurro de una vida allí a parte de la suya. No… eso era imposible, ya estaba con la sugestión, esa que lo llevaba a veces a la desesperación y a refugiarse en los brazos de Jorge, si estaba en casa o bajo la manta. Hubo un chisporroteo, un trueno que hizo zozobrar la casa y se quedó en medio del salón a oscuras. Se quedó petrificado mientras sentía como la casa se adecuaba a su respiración y latía a su ritmo acelerándose cada vez más. Otro rasgón y algo húmedo que desde el techo le cubrió entero. Pues parece ser que al final sí hay goteras, tanto tiempo que Jorge ha pasado en el desván y no ha servido para nada- pensó mientras se pasaba la mano por la cara para secarse los ojos. Notó entonces que el agua se movía, que le hacía cosquillas que se deslizaba por sus manos, por sus brazos, y no es que traspasara su ropa, es que se había metido por dentro de ella. Se le heló la sangre y sus sienes palpitaron de terror. No, no quería pensar en lo que estaba pensando, no era racional, no podía ser. Se obligó a acercarse a la ventana para que la luz de la calle pudiera iluminarle, para poder ver lo que realmente no quería ver. Su mente había olvidado donde estaban las velas, donde las cerillas y si había alguna linterna en casa. Sólo deseaba que lo que tenía en su cuerpo no fuera lo que estaba pensando, pero notaba como le hormigueaba toda la piel. Sus pies avanzaron un paso y sintió el dolor agudo de quien pisa algo duro y se rompe bajo su planta. No eran cristales, estaba seguro de que no se había caído nada. Otro paso otro chasquido, otra punzada. ¿Qué había en el suelo? ¿Estaba seguro de querer saberlo? Agitó las manos que le hormigueaban como si estuvieran dormidas y el salón se llenó de un zumbido implacable. Algo volaba en torno a él, se le pegaba y despegaba de la piel al descubierto, de la ropa, del pelo. Intentó respirar y sintió que se ahogaba, como si miles de entes le quitaran el aire. Insectos es lo que pensó su cabeza antes de trastabillar y caer cual largo era sobre el piso golpeándose la frente. Durante unos segundos se quedó aturdido, luego noto la herida palpitar y sangrar. Se toco allí donde la brecha se abría, no era grande, no se desangraría. Algo, alguien le hacía cosquillas en los pies pero más allá de su cintura sólo existía negrura. Apartó las piernas con un rápido moviendo y a su alrededor sonó como si miles de canicas recorrieran el parquet. ¡¡Que era aquello!!! Un relámpago vino en su ayuda para iluminar la estancia.
Miles de cucarachas plagaban la sala, miles de bichos alados se habían adueñado del espacio entre el suelo y el techo. En su retina tras el rayo, aún conservaba la imagen de una cucaracha enorme, más grande de lo normal que lo miraba con unos enormes ojos negros entre los cuales destacaban unas gotas de la sangre que había caído de su cabeza. Gritó, sudó, se removió y se levantó, cayendo una y mil veces y oyendo como su cuerpo aplastaba una y otra vez cucarachas que crujían bajo su peso. No le importó la tormenta, ni la riada, ni los relámpagos, sólo quería salir de allí. Se abalanzó sobre la puerta casi arrancándola al abrirla y se tiró sobre el mojado césped retorciéndose para quitarse todo atisbo de bicho que hubiera en su cuerpo. Se arrancó la ropa y se frotó bajó la lluvia que caía. Manos, brazos, pies, torso, sexo, cabeza, los animales le plagaban entero, como si fuera su segunda piel. Casi se arrojó al charco que se había formado en la pequeña hondonada donde iban a plantar margaritas en primavera, golpeándose de nuevo con la jardinera de cemento que habían retirado días atrás, mientras su cuerpo se hundía en las aguas poco profundas y su mente en la oscuridad

Allí lo encontró Jorge a la mañana siguiente, desnudo, magullado, lleno de sangre seca y ronchones rojos. Lo sacó del agua, lo despertó abrazándolo y cubriéndolo con su chaqueta. Despertó y atropelladamente le contó lo acontecido la noche anterior mientras las lágrimas de terror no dejaban de manar de sus ojos, no, no quería volver a entrar en la casa. Jorge lo cogió en brazos mientras cruzaba el umbral de la puerta, la casa estaba limpia, blanca, soleada.
Ves como no pasa nada, ves como no hay nada, le dijo Jorge con su blanca sonrisa, no tienes que temer yo estoy contigo, nadie te va a comer, si no soy yo, ya sabes que eres mío.
Y sus enormes ojos brillaron oscuros como el azabache…

Dedicada a mi Hormiguita blanca.

5 comentarios:

Santi dijo...

:) :) :) :O Muchísimas gracias, pese-a-todo!!!; que.., ¡tabrás quedado a gusto, ehhhh! No un bicho, ¡¡¡no!!!; ¡¡miles!!, a cientos, ¡con lo limpia que tenemos la casa! :) :); pero al menos pusistes cucas... :P :P, y ni por esas.., puaaajjj!!!! y de las que vuelan!

Yo hay algo que quiero hacer, y amenazada estás con bajar a la orilla del mar :) :P


Oh, las prisas, que muchísimas gracias, nat; y volveré ;)

Vulcano Lover dijo...

Pues me ha gustado... pero reconoce que te ha quedado un poquito heavy!!!

Abrazotes.

Santi dijo...

Huoola, huuoola; larga jornada de invierno ;)

Ná, aquí, en el work desierto, esperando a Jorje y al jefe; más a Jorge que al jefe (pero él no lo sabe:)

Hummm, ¡tas fijao lo mal que queda, o quedaba, la sangre en las películas! Incluso en la readaptación o lo que quiera que aquello fuera de Psicosis, la sangre es.... distinta a la negra noche que yo me imagino y, ¿he visto?; supongo que sí.

Eeeeen fin; es que veo el cuchillazo y claro...

Que digo yo que a quien lo persiga un psicópata se sentirá como importante, ¿no?...

Ohhh, ¿has visto la nueva versión de King Kong? Los dinosaurios persiguen a la que no mató la cinta de The ring, como si fuera... de galletas, Nat; ¡y quién, quién tuviera galletas! :( ¡¡O cereales!!! Arghhh.

Bueno; que lo que estoy escribiendo sobre ti o contigo, va a tardar unos días; ¡que no sé yo para qué me he puesto a escribir de nuevo, Nat!, ¡que no hay tiempo!, que tengo que estudiar; pero de perdidos al mar...

Ohhh, de todos modos, como ya verás; aparecerás, en la mar, palabrita; lo que me recuerda que tengo algo que hacer :O

Muchos besos mirando hacia la puerta, muy serio, como si de un aburrido documento se tratara.

Y abrazos con gorro de lana!!!

Santi dijo...

Uuuuuy, qué mono, qué potita la casita...

Acabo de ver el fondo, y me encanta!! Qué ganas de ir hacia allá, pese a las cruces, a ver que hacen esas gentes extrañas que habitan las casas.

¿Estará escribiendo algo, la chica de allá dentro? ¿Se verá el mar desde la ventana? ¿Estará el mar a mi espalda?

:) :) Lo que es seguro es que mi espalda ya extraña el oleaje; y han pasado horas, si es que me está malcriando :P

Hummm, con un beso y mussshhaaa jaaambre! Y eso que he engordao dos quilos!!! :)

Más besos

senses and nonsenses dijo...

uy, qué largo me parece como para este mmto., pero volveré a pasarme. te debía una visita hace tiempo.
espero que todo vaya bien.
muy chulo tu nuevo diseño.

un abrazo.