NESTY...

Nesty era un husky de pelo gris, blanco y algún mechón que otro negro, pero lo más bonito que tenía era unos amables y cariñosos ojos color avellana. Un día lo adopté y me desesperé enseñándole a respetar los muebles, a hacer sus necesidades en el jardín, a comer en su plato, a no perseguir al cartero, y poco a poco nos fuimos haciendo amigos. Le encantaba que le acariciaran la tripa y jugar en el jardín a coger un palo. Un día, como yo estaba tan ocupada con mi tienda de flores y me ocupaba poco de el, vinieron de la protectora y se lo llevaron. Me dijeron que no estaba bien aimentado y que su higiene dejaba mucho que desear. Es dificil meter a un perro en la bañera, sobre todo cuando no le gusta el agua. Me quedé muy triste porque ya nadie me saludaba al volver a casa, ni podía presumir de perro mientras paseaba por el barrio. Pero con el tiempo, cuando me asenté y la tienda dio sus beneficios llamé a la protectora y adopté de nuevo a mi querido Nesty. Se puso tan contento... que ha sabido proteger la casa, mimarme con sus perrerías, tenía un buen trabajo ¡¡pero policía!! y de los mejores, las medallas que le dieron lo confirman.
No le ha dado tiempo a formar una familia, ni yo a tener pequeños Nestys correteando por la casa. Pero se que ha sido un perro feliz hasta el día de su muerte. Hoy La Parca vino, miro su hoja de candidatos, llamó por el móvil y Nesty desapareció para siempre. Hasta que quizá un día pueda revivirlo. De momento comparte cementerio en el jardín con Kolin, Kobe y Musky, los gatos que vivieron en casa mientras él no estuvo. Se que no dejaré de verlo, proque su fantasma se paseará por la casa, tal y como lo hacen los gatos. Sólo espero que se lleve bien con ellos.
Adios Nesty, hasta la próxima vez que podamos jugar juntos.

Próximo desafío: tener un perro lobo ¿me convertiré yo también en mujer lobo?