Mirarte a los ojos. Acercar mi mano y poder retener en ella tu mirada. Quisiera no sentir de nuevo que te alejas, no por compartir las cosas, no por desechar el tiempo. Todavía queda que decir, que contar. Tiempo infinito. Día a día presiento que la senda se hace más ancha. No es abarcable, no es transitable, ni perpendicular ni paralela. Quisiera escucharte y no te llamo por no oír que tu voz se quiebra en la tristeza, en la rabia; en el desamparo de cosas que no conozco pero llenan tu cabeza. Quisiera estar más cerca, ahogar tu pena en abrazos silenciosos, descubrir esa esperanza que sólo las nubes conocen cuando viajan. Quiero estar ahí, pero no me dejas, me alejas de ti; con suaves palabras que te excusan, pero son insuficientes. Sabes que siempre estaré ahí; en la sombra. Cerca. Presta a acudir cuando me llames, porque mi realidad no existe si tú dejas de estar en ella. Si hay que golpear quiero hacerlo contigo, si hay que llorar que mis lágrimas sean las tuyas. Si necesitamos reír, que se confundan nuestras carcajadas. Dices que estoy, pero desechas las palabras, intento comprender que estoy sin estar, que te pertenezco sin tu encadenarme, que te ayudo sin haber manchado mis manos, que te alegras de tenerme sin haber visto ninguna de mis sonrisas.
¿Sabes? Quisiera estar más cerca, y no sólo en sueños.
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