01 junio 2004

Anoche soñé contigo. Me abracé a la almohada simulando tenerte entre mis brazos. Para retenerte en mis sueños, para que estuvieras allí espantando las pesadillas que pudieran perturbarlo. Pero me desvelé. Quizá porque sabía que no estabas, que tu ausencia era tan real como las vidas fuera de mi ventana, como las voces que me llegaban de la calle apagadas por el ensordecedor camión de la basura. Intentaba aferrarme a esa visión de tu sonrisa muda, de tus palabras sin voz, de tu mirada ciega. Pero según pasaban los minutos la imagen nítida de mi mente se iba haciendo añicos y sólo me quedó esperar, mirando las fomas de las sombras en el techo a que el sueño volviera, para así tenerte de nuevo.

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