09 enero 2004

desapariciones

Cuando me bajé del autobús, después de quince minutos escasos de trayecto, note que en la calle hacía bastante frío. Dentro del vehículo debido a la calefacción no se notaba, allí se estaba calentito. Incluso demasiado. Me pregunté a cuántos grados estaríamos. El cielo plomizo me decía que seguramente nos estaríamos acercando a esa temperatura en la que dicen que no hace frío ni calor. En la esquina de la calle donde trabajo hay un termómetro digital, de esos que mienten. De esos que no se ponen de acuerdo unos con otros y cada cual tiene una hora y una temperatura diferente. Y…. ¡¡¡sorpresa!!! No pude saber el dato. El termómetro ha desaparecido. Dejé de preguntarme si hacía frío, ahora mi mente pensaba en dónde estaba o quién se había llevado semejante trasto. Han pasado unos días desde éste suceso y mientras, he caminado por la ciudad. Me he dado cuenta de que el de mi calle no es el único que ha desaparecido… he contabilizado cinco pérdidas más. Seguiré contando; o descontando, mientras mi propio cuerpo decide el calor y el frío que hace en la calle.

No hay comentarios: