19 noviembre 2003

Había experimentado su rabia sola y en silencio durante parte de la espera; luego había llorado dolorosamente, arrastrada por una oleada brutal de absoluta desesperación; después se encolerizó de nuevo contra lo que había querido a toda costa demostrarse como imposible de evitar y que ella no podía decidirse a creer. A continuación, todas las dudas, la incertidumbre, todas las convicciones y la desesperación mezcladas en un mismo y embriagador torbellino vertiginoso, la habían devorado y arrojado, sin fuerzas, desorientada, sobre la cama. [ ]

-Por tu felicidad, por favor, no la ames como el loco que hay en ti cuando ella
viva. Si vive. [ ]

Quizá, en el fondo, no se puede amar a quienes aman demasiado...

 
(El pacto de los lobos. Pierre Pelot)


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