21 noviembre 2003

Aquel amor nacido de improviso había arraigado indestructiblemente; ni siquiera soñaba con pretender arrancármelo, hasta tal punto sentía que hubiera sido cosa imposible. Se había adueñado totalmente de mí, una sola mirada suya habría bastado para transformarme; me habría impuesto su voluntad: yo no vivía ya en mí. [ ] Cometía mil extravagancias [ ] y repetía su nombre durante horas y horas. [ ] Comprendí el horror de mi situación, y se me revelaban con claridad los aspectos fúnebres y terribles del estado que acababa de abrazar. [ ] Era yo quien había sellado la losa de mi propia tumba y había echado con mi propia mano el cerrojo de mi prisión. [ ] No amar. (La muerta enamorada. Théophile Gautier)

No hay comentarios: