24 septiembre 2003

Lo dejo, lo dejo todo y no vuelvo...
Ahora no.
La soledad se hace insoportable pero a la vez crea un hueco que debería ser prescindible.
No puedo alejarla, no sé, quizá no quiera.
Me voy, no aguanto…
Me alejo.
Me retraigo.
Y me hundo en un mar de palabras.
Oh!, dulces palabras que creo.
Hermosas palabras de filos ocultos,
hieren, duelen; matan cariños
que se ocultan bajo piedras enormes,
bajo losas,
bajo lápidas;
de nombres borrados olvidados en el tiempo.
No quiero olvidar tu nombre,
¡No quiero!
Ni que existes
ni que estás.
Pero ahora me voy, me voy y te dejo.

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