08 enero 2011

MARUJEANDO Y NACHOS CON GUACAMOLE.

Sábado por la mañana, mientras desayunaba leía en el On-Madrid, que han abierto un restaurante nuevo en la calle Desengaño y entre otras cosas ofrecían nachos con guacamole (no me acuerdo si era la especialidad) de de repente me entró antojo. Como el viernes no había podido quedar con Julio (estaba de enfermera de padres) le mandé un mensaje por si le apetecía por la noche ayudarme a calmar mi antojo. Repuesta afirmativa.

Me pasé la mañana limpiando, poniendo lavadoras, recogiendo ropa, haciendo la comida..., mientras mi madre en cama, se recuperaba de un dolor insoportable de rodilla y de un catarro que lleva arrastrando desde hace semanas. Mientras hacía la comida me empezó un horrible dolor de cabeza, síntoma de que la regla estaba a punto de bajarme. Luego dolor de ovarios ¡¡adiós a mis nachos con guacamole!! así que sobre las 5 me tome un pastillazo de 1g de gelocatil a ver si se me pasaba. A las 8 abrí un ojo bajo la manta y ¡bien! dolores fuera. Así que me vestí y bajé al portal donde hacía por lo menos 10 minutos que Julio levaba esperándome. La calle estaba a oscura, ni una sola farola encendida. Daba un poco de miedo. Pero me gusta ver la calle así, como si la vida se hubiera acabado.
Fuimos andando hasta el mexicano. El único que debe de haber en kilómetros a la redonda, a juzgar por que no teníamos mesa y no habíamos hecho reserva. ¡¡¡Menos mal que hay crisis!!! afortunadamente no esperamos mucho, es lo bueno de ser dos en vez de un grupo más numeroso. Los nachos estabas riquísimos y las tiras de Pastor con queso, geniales. Menos mal que el camarero, sabio él, a parte de ser un chico que me cayó bien desde el primer minuto y ser bastante mono, nos dijo que tres platos eran mucho porque a las tiras llegué de milagro y aún había que dejar hueco para el postre. Como no, tulipa de cajeta. Aunque me extrañó que Julio no pidiera chocolate.

De ahí nos fuimos al bar de mi vecino a tomarnos algo. Sí, ya no se fuma en los bares, pero el olor de años y años (con 16 yo ya iba a ese bar) de ser bar de copas donde el humo se ha concentrado irremediablemente en las paredes he de decir, aún siendo fumadora, que era insoportable. Supongo que con el paso de los días se irá quitando.

De ahí a casa. La verdad que pasé un buen rato. Hacía mucho que no compartía unas horas con mi Norte querido y es que, las cosas han cambiado mucho desde hace unos años y quizá ya no tengamos esa necesidad imperiosa de estar juntos y contarnos nuestras inquietudes y visicitudes de la vida que vivimos y nos rodea.

Echo de menos esos días.

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