18 junio 2009

Como en casa...

El domingo tuve una sensación rara pero que me es muy conocida. Cuando salíamos de Martos miraba el pueblo, la peña y a la Virgen de la Villa y me acució la misma conmoción aderezada con tristeza que se me instala en la boca del estómago cuando me voy de Liendo; ese sitio que hago mío cada vez que voy, donde la sensaciones son diferentes, al igual que el tiempo que pasas, las personas con quien estás, los momentos que vives y quedan reflejados no sólo en las fotos, también en ti.
Alejarse de Martos es como alejarse de Liendo.
La tristeza, aun sabiendo que vas a volver, suele acompañarte todo el camino y miras por la ventanilla hasta que en la última curva ves los tejados de las casas y los verdes prados en uno; las casas blancas y la imponente Peña en el otro. Puede uno pensar que no es comparable, pues uno en mi corazón tiene casi tantos años como yo, pero el otro en tan sólo un trienio de años se ha ganado un pedacito de él. Los kilómetros que nos separan a la capital solemos hacerlos en silencio, quizá es la tristeza que a mi al menos no
me deja hablar, porque como siempre, si das una vuelta más al grifo se sale de rosca y el agua no dejará de brotar. Siempre me viene a la memoria War cuando me contó la primera quedada con los del Pic y lo que lloraron en la despedida: la primera, la segunda, quizá incluso en la octava. Y es que cuando una se siente como en casa, se siente a gusto y rodeado de amigos, cuesta dejarlos atrás para volver a la rutina diaria. Una contiene casi la respiración y parpadea muy despacio viendo a Mart-ini fumando en el andén mientras espera que el autobús o el tren se alejen. Siempre dice que se va, que no se queda, pero ahí aguanta con su carita de pena, haciéndome aún más triste la despedida. Sí, esta vez hemos llorado menos; cada vez es menos, a parte de que su cabeza estaba en otras cosas y preocupado por su “suegra”. Yo aguanté ahí mientras me alejaba, con la mente completamente en blanco porque si me ponía a pensar en esos días, el calor, los caracoles, las risas, las conversaciones triviales y las no tan triviales, los chapuzones en la piscina, el momento zenn… se me saltarían las lágrimas. Es una buena cosa eso de poner la mente en blanco, no dejar entrar nada, pero sobre todo no dejar nada salir; nada, claro que yo no contaba con ver un toro de Osborne ahí en su pequeña loma. Entró de repente en mi retina y ya me tuve que poner las gafas de sol para disimular la rojez de los ojos.

GRACIAS a todos por eso, por hacerme sentir parte de ellos: Alvaro, Antonio, Chelo, Dani, Joaquin, Lupe, Miguel, Olga, Pili, Villa, Yolanda…

5 comentarios:

nocheoscura dijo...

Esa sensación la he sentido yo también. Son del tipo de sensaciones que no se olvida... te deseo que se repita en muchas ocasiones; a mi no me han vuelto a suceder.

Djana dijo...

Que no bonita, que no; que gracias a tí, por ser tan apañá como eres; por adeptarte tan rápidamente a todos nosotros y por hacernos tan agradable la vida. Que sabes que por aquí se te quiere; y que aunque diga Martini que "estás sola" sabes tú que siempre tenías un par de ojos pendientes de tí, aunque sin agobiarte. Besotes guapetona!!!!

ixilik dijo...

Por desgracia Martos no lo conozco, pero Liendo si. Todo en Liendo es hermoso.
Y volver , volver

War dijo...

Hola guapa.
Cómo me alegra leerte en ese tono.
La experiencia que describes es una sensación muy extraña, sí, porque es tristísima y a la vez muy placentera, como que te llena.
Ojalá que experimentes muchas veces esa sensación porque, si sigues sintiéndola con el paso del tiempo, será porque las relaciones que la provocan son reales, sinceras, auténticas, y no meros espejismos, que también de eso te podría hablar.

Muchos besos a casi cuarenta grados a la sombra... bufff

Santi dijo...

Uooolitas, galletita; aaaays, pues refinitivamente, el escritorio, por donde sigo los blogs, no rula; no me ha avisado de esta entrada!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Grrrrrr, me la llevo, y aaaais, más catástrofes, porque Feroz abrió el ya sabes qué, y se encontró tus ya sabes qué, pero por no cotillear no lo miró y claaaaro; pero es que también ahora que lo pienso, me enviastes ya sabes qué, en el balcón de la casa equivocada, y comiezo a sospechar que no te dije ná, aaaays, Jude Law bendito, menos mal que no te habrás acordado de anotarlo en el cuaderno negro :) :), nada, nada, esta noche te ya sabes... uuuys, lo que hago por no abrir el correo xd xd

Besos