18 septiembre 2008

Cuando ella gritó, ni las paredes temblaron, ni se hicieron añicos los cristales de la estancia, pero él notó que algo se quebraba más en su interior que en cualquier otro sitio. Una grieta que sacudió su cuerpo con tal intensidad que las piernas cedieron al peso inerte en el que se convirtió su memoria. Nunca un alarido le había arrebatado en un solo instante la conciencia y le había transportado de esa manera, tan vertiginosa, a un tiempo que había sido mejor, o al menos él así lo recordaba.

Un tiempo de nubes, de nieblas, de frío.

Luego el cielo sólo filtraba de vez en cuando la luz, para no sumirlos del todo en la pena, el desconcierto y en el odio que iba creciendo en las esquinas, como las telarañas, como las ofensas, como las miradas heladas y las voces terminaron por susurrarse a uno mismo.

Hacía frío en la estancia, el vendaval de nieve estática había entrado por la ventana cubriendo todo de un blanco impoluto, un lecho frío como la muerte. Ella tenía las manos extendidas hacia él, sangrantes, y cada gota era un mundo infinito en la blancura del suelo, ramificaciones que se iban extendiendo creando una vida mientras ella la perdía.
En sus dedos aún latía su corazón

2 comentarios:

Martini dijo...

:-*

Anónimo dijo...

“He visto todas tus luces y me encanta tu oscuridad”, canta Alanis y para mí es verdad :) Me encantan tus vísceras :), pese a las pocas pocas que nos das ;)

Poniendo caritas un sábado en la oficina :( Creo que me estoy autoanimando..; y no es que estuviera triste sino ñoño por haberme ido tras haber mirado demasiado tiempo cómo dormía el lobo feroz. Aaays, qué cosa más mona ;)

Bueno, leí tu corazón anoche, porque por la tarde lo metí en un frasco y me lo llevé a casa. Me gustó la escena; el enfoque. Cuando comienza la historia ya ha terminado; cuando pudiera oscurecerse mantienes algo de luz que retiene a los criaturas de las esquinas... ¡Me ha encantado también lo de las piernas que ceden por el peso del recuerdo.... ahhhh, y las esquinas y la sangre que a mí me parecía que caía para que yo la recogiera!

Y por eso lo he continuado. Me he dicho, “tú siempre has querido encontrar a tu Dido y oscurecerla”... y aunque sabe Jude Law que a ti no te hace falta una capa más oscura, ¡no he podido evitarlo! Cenando con Jorge pensaba en la historia. En alguien frío; en alguien enganchado a la cocaína. En alguien que en parte es responsable de la muerte de alguien frío y luego se muere también él buscándola en la nieve... Entonces Jorge me comentó que así, mezclado, estaría bien; y... y que te lo dejo por aquí, por si te hace ilu :), como a mí, saber que es posible crear a cuatro manos. Ahí va:
....

En sus dedos aún latía su corazón para que con la tinta de sus venas escribiera yo ahora sus condenas.

Dirán las esquinas que lo vuestro venir se veía, que ella era nieve y él de frío moría. Al amanecer del tercer día lo encontrarán a él, con nieve y jeringuilla, y pregonarán las esquinas lo mucho que te quería.

......

Muy rimado, ¡sí!, porque ando reescribiendo, muy preocupado con el ritmo y, claro, son las secuelas, lo que se cuela :), en todo lo que escribo.

Bueno, igual ha quedado un tanto cruel, pero...

Ohhh, me ha venido a la cabeza una canción, otra vez de Amaral, en la que dice: “Iba a hacer una canción cruel, escrita en tu honor, que sacara de mí este veneno; pero en un sueño vi tu alma destrozada y al despertar lloré, porque una vez creí ser tu hermana”.

La decepción, lo que el corazón espera aunque nadie le prometa nada.

Hummm, la canción, antes de que se me olvide, se llama “Concorde”. Es preciosa. “Me siento pequeña pero nunca más confiada”. Y algo más que tiene que ver con lo que me has hablado que te lleva a escribir vísceras. “¿Cómo fue? ¿Qué tal la sensación de ver cómo ardían por ti mis manos en el fuego? Ya nada será igual. Es el final de la inocencia”. ¿Te has fijado? Espera... ¿tás fijao? :) Va a ser que la gente que escribe, como tú o yo, lo hacemos para sobrellevar las pérdidas y la lucha con el gran lobo feroz que es la realidad.

Antes de que me meta en el mundo de Albee, ¡y me pillen escaqueado!, te dejo muchos besos, abrazos y galletas por el patio de los niños de piedra.