Quisiera tener siempre margaritas competas...

Es curioso como cuando tienes un sitio donde escribir y compartir cosas tu cabeza se llena de palabras y de momentos para contarles a otros. Esos momentos felices o tristes, en los que algunos pueden verse reflejados y/o han vivido tan intensamente, o no, como tú. Al fin y al cabo las relaciones humanas no difieren mucho unas de otras. Todos lloramos, reímos, sufrimos y amamos en mayor o menor medida. Todos tenemos las mismas heridas y las mismas cicatrices.

He de decir que estos días de paron bloggero han ocurrido cosas, me he enfadado, me he reído, he deseado no estar aquí no estar en ningún lado, he compartido momentos buenos y malos, tanto por mi parte como por la otra; quizá yo abro los ojos e intento abrírselos para que no sufra más de lo que yo quisiera que sufriera; pero él los cierra porqué su obcecación va más allá del océano. He estado con gente a la que quiero, he visto a esos nuevos amigos que andan tan al norte, he conocido a alguno nuevo y me he reencontrado con otros, pequeños como piedecitas pero grandes de corazón y sé que vuelvo aquí porque quiero seguir compartiendo esos instantes con aquellos que me leen, digan o no digan nada. Porque sé que aunque yo crea que no, hay gente que se preocupa por lo que me pasa, por mis estados de ánimos y se sienten contentos si me ven contenta. ¡¡gracias por quererme!!

No voy a explicar la ausencia del blog, algunos ya lo saben, TÚ sabes porqué fue y de quién fue la culpa y sabes que podría vengarme JAJAJAJAJA, pero no lo voy a hacer, que en el fondo soy buena; una santa, y no quisiera que por una chorrada dejáramos de ser amigos ¿Por qué lo somos verdad? Sólo qué fue un fin de semana genial, quería compartirlo con la gente a la que no tengo cerca y que a través de estas líneas sí las siento cerca y me sienten así. Porque no los llamo muy a menudo por teléfono, ellos que me conocen bien (Mª sobre todo, que son casi 25 años de amistad), saben que no puedo con él, que me bloqueo si tengo que llamar, de ahí que dé gracias al estupendo invento que es el móvil pues me permite mandar mensajes de vez en cuando. Para ellos todas las personas nuevas que ahora compartís mi vida cotidiana ya tienen cara, tú incluido. Jejejejeje. El que no llame no quiere decir que no os quiera, que no os necesite, sólo quiero que sepáis que siempre pienso en vosotros, durante muchas horas del día. A muchos de los que pasan por aquí los leo y sé en que momento estáis bien o estáis mal (creo) e intento aunque sea sólo con palabras en vuestros respectivos blogs daros a saber que estoy ahí cuando me necesitéis. Os echo de menos a otros, mucho, aunque a veces no lo parezca. Cada uno sigue teniendo una pieza de mi corazón.

A TI, te recuerdo siempre, porque el amor y el cariño que siguen existiendo en mi no ha muerto, sólo sé que está aletargado y que se distancia al igual que lo han hecho nuestras palabras y comunicaciones. Estás perdido, yo sé que te perdí y a veces hay pérdidas que no terminan de superarse, pero al menos tengo los recuerdos de tu voz, las evocaciones de un amor latente, una ilusión y una cobardía al 50%. Por quererte sin querer, por amarte y no poder.

No quiero que se acabe el tiempo sin haber podido conocer a los que me quedan y que también se han hecho un hueco importante en mi vida: por hacerme pensar, reír, replantearme las cosas y a aquel que siempre ha estado pero cuyas obligaciones personales le obligan a relegarme a un tercer o cuarto puesto (o más) en su lista de prioridades. Pero sé que estás. Siempre estarás en mi.

Siento las pérdidas que he dejado por el camino, o que me han dejado cobardemente y sin más explicaciones. No las voy a pedir, porque todos somos humanos, todos nos equivocamos, todos sabemos tirar una piedra y esconder la mano. No ser ni parecer responsables del cristal roto y las dudas sembradas.

A veces me da por pensar que no quiero encariñarme demasiado con la gente, aunque eso sea inevitable, sobre todo cuando son una luz en mi vida, cuando sé que puedo contar con ellos y que su sola presencia me basta para apaciguar las inconstancias de mi memoria y el quererme deshacer de todo en algunos momentos. Me aterra pensar que tengo de ir deshojando margaritas por el camino, que mi silencio es el que hace que esos pétalos se caigan y al final tener sólo un manojo de flores secas. Por eso a veces me distancio, sólo por eso en ocasiones puede parecer que no os quiero, o que no estoy pendiente de todas y cada una de las personas, nuevas y antiguas, que están plantadas en mi jardín.

Por todo eso y muchas más cosas, que retengo en el órgano bombeante y pensante de mi persona, sólo deciros que os quiero, como se quiere aquello que se hace imprescindible en la vida.