05 octubre 2005

A ti... ya lo sabes...

Si no te tengo en la mente
porque hace tanto que no sé de ti,
no pienses que dejé de pensarte,
que me resigné a que mi olvido te descuidase.

Si no te quiero, tiste mentira.
Si no me quieres, melancolía.
Si no te tengo,
si me arrinconas, si me abandonas
se abre una sima
de tristeza disfrazada.
No pienses que renuncio
no creas que no lucho
por mantener una llama viva,
una esperanza,
una sonrisa en la brisa
un susurro, un aliento.
No piense que no muero,
con cada palabra muda,
con cada tiempo robado
con cada duda,
con cada sospecha,
con cada juramento al viento
que se rompe que hace brecha.
No supongas que soy la vida,
que siempre desgarra esta pena,
que siempre quiere que no muera
lo frágil que hemos vivido,
lo que hemos compartido.

Y en cada amanecer,
en cada día que vivo y no te tengo;
porque nos escondemos,
porque no nos vemos,
porque nos evaporamos,
entre jirones de pensamientos
que nos nublan, que nos hielan...
me canso y me agoto,
por intentar recuperarte,
que por ti peno tanto
que el corazón noto
ROTO

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pregunto si le escribes al amor en si, o a alguien que te hizo enamorarte. Mu chulo, S2

Anónimo dijo...

Vengo leyendo sin respirar, con los sonidos...me paro, te abrazo y voy a recoger mi cuarto, mientras asimilo.Abrazos!!:)

Anónimo dijo...

A mi lo que mas me ha tocao la fibra... es eso de "entre jirones de pensamientos, que nos nublan, que nos hielan..." :ayyyyssss
El amor, duro y cruel, pero tierno y necesario a la vez! UN BESAZO ENORME! PRECIOSO POEMA! :D

NaT dijo...

Quizá le escriba a alguien que me tiene enamorada Juan… quizá ese amor sólo sea una ilusión mía que se quedó latente en la retina, como la luz del flash tras una foto. Él es una imagen, una voz, una caricia perdida; porque algo me dio y algo de mi se llevó. Besos

Mi hermoso poeta de dedos de espuma!!! ¿asimilar? Sólo es amor, o eso pretende, ese que tiembla ante los sentimientos, tan frágil, tan atroz, el incomprendido eternamente, que envenena el alma, que destruye la mente. ¿Hay un trocito de mi en tu cuarto? ¿Una concha, una ola, una gota de rocío? Quiero ser mar y perderme en el río. Besos en burbujas Eneko

Ayyy Häzelito cuánto sin verte por aquí, andabas perdido… la verdad es que lo de jirones me salió del alma, al fin y al cabo nuestras vidas están llenas de ellos, los vamos cosiendo unos sobre otros, tapando agujeros, es el día que se rompe el hilo; cuando nos desbordamos… quizá me esté deshilachando. Achuchones varios

Anónimo dijo...

Me paso por aqui, para darte buenos días, y por si no volvemos a escribirnos hatsa el lunes... Pasa un buen fin de semana. Un besazo

Anónimo dijo...

Querida Natalia,

Sabes que te leo asiduamente y esto te da cierta ventaja a la hora de asomarte y lanzarme mensajes sin dejar de esconderte. Yo también sé que lo sabes y eso me acelera demasiado el corazón cada vez que acudo a escuchar tu alma a través de tus misivas, tanto si van dirigidas a mi como si no. Pero eso mismo que sé que me produce dolor, me tiene encadenado y me obliga una vez más a acudir a esa liturgia masoquista de “a ver que dirá ella y cómo estará”. Me explico...
Tú has sido, desde que te conocí, aunque no haya sido personalmente, un revulsivo en mi vida, un apoyo imprescindible a la hora de intentar superar mi falta de autoestima, un acicate en los momentos en los que mi vida parece que va a la deriva con total autocomplacencia, un reconfortante regazo en el que recibir el calor humano tan necesario para vivir las debilidades de cualquier hombre. Pero también has supuesto un estímulo para mí ante tu llamada de socorro en algunos momentos, una gratificante sensación de “utilidad” en momentos en los que yo no lo sentía como tal. En definitiva, me has hecho sentir hombre, útil y persona, capaz de amar y ser amado.

Mentiría si te dijera que no me siento especialmente celoso cuando exteriorizas que te encuentras feliz, aunque sea en momentos puntuales y precisos, arrojándote a los brazos de otro, entregándote a unas caricias que yo no te he dado ni, posiblemente, te daré nunca; disfrutando de unos besos tan deseados como merecidos, pero que no me pertenecen. Mentiría, también, si te dijera que no me alegro por todo eso mismo que he descrito anteriormente, porque me alegro cuando te veo sonreír, cuando te veo positiva, cuando te veo feliz.

Todo este tiempo estoy ausente por diversas circunstancias, pero me ha venido bien para observar desde fuera, en la medida de lo posible por mis limitaciones, tu entorno. Y he de decirte que me sigues importando, que me sigo preocupando por tu vida, pero que noto que no te apetece salir de ese mundo virtual que tú te has montado y que creo que no te hace mucho bien. Hemos hablado otras veces sobre tu actitud melancólica, pesimista y solitaria y lo mucho que te gusta refugiarte en ése “tu estado natural”. Ya sé que yo no te hago mucho bien tampoco con mi actitud, pero es que (ya lo sabes) yo no soy ningún ejemplo a seguir, más bien todo lo contrario. Aún no he asimilado que pueda ser importante para alguien que no sea políticamente correcto que lo sea. No me acostumbro a leer/oír palabras que creo no merecidas pero que me ruborizan y halagan sobremanera. Nunca aceptaré que en tiempos me enamoré poco a poco de ti, que te lo dije e intentaste quitármelo de la cabeza (sabiamente por tu parte), que nos distanciamos por circunstancias del destino, que mi constancia y mi necesidad hizo que nos reencontráramos, que, a día de hoy, sigo amándote intensamente, y que soy tan cobarde que sólo me atrevo a decírtelo de esta manera. Y cuando digo “nunca aceptaré...” es que mi otro yo se niega a aceptarlo (y tú también lo sabes), y es que el alma es algo que está muy separado de la mente, el sentimiento no se lleva bien con la razón.

Posiblemente te preguntes porqué cuento esto aquí en tu blog, delante de todos tus amigos. Pues bien, lo hago porque creo que lo mereces, porque es el momento preciso, porque tenía que hacerlo y porque, probablemente, si no lo hago ahora, no lo haga nunca. Lo que a partir de ahora rija mis destinos siempre será una incógnita (siempre lo ha sido). No pienses que esto es un adiós, ni una petición de socorro, ni una petición de clemencia; aunque mi estado natural sea una eterna despedida y una eterna mezcla de súplica de ayuda y esperanza de olvido cicatrizante. Te mereces todo lo bueno que pueda pasarle en la vida a cualquier persona tan buena como tú. Mi alegría sería infinita sufriendo al verte feliz, contenta y amnésica de cuantos momentos buenos y malos haya podido regalarte.

Te lo digo porque te quiero y porque, al fin, serías una mujer con la vida plena.