30 junio 2005

Las cosas se acaban...

A veces se despierta en medio de la noche, porque cree que ha vuelto a oír su voz entrelaza en sueños. Se encuentra la almohada vacía y sus manos no abrazan más que el aire estancado de la habitación. Le echa de menos; sabe que será siempre así. Se queda mirando el techo, sumido en una pena agotadora que le deja casi sin fuerzas. La luna se refleja cristalina, en la amargura húmeda que brota de sus ojos y se desliza, como él, en recuerdos, para perderse tras su mejilla y desaparecer entre las sábanas. Quiere morirse porqué cree que jamás podrá amar de nuevo, amar a alguien que no sea él. En su paladar tiene aún el sabor amargo que le dejó el último beso; ese amargor de la derrota y de la mentira, del deseo no correspondido, de un corazón roto, torturado por el pasado. Tras la ventana, el mar le ofrece una visión calmada, alguien cruzará un día el gran charco para conocerle; tras todas aquellas ventanas, ahora oscuras, hay un alma que sufre como él, hay otra parte, otra vida, otra historia como la suya. Malditos sentimientos, maldita ruptura, maldito amor que todo lo rompe y todo lo cura. Y el sol al romper la noche le ofrece una nueva esperanza mientras calienta su cuerpo desnudo y seca sus lágrimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Parece que estas contado mi caso. pero claro, será el caso de muchos.

Un besito