Y, para explicarme mejor, diré en mi defensa que el hecho de no teneros tan cerca como antes, el no poder compartir el día a día como hacíamos hace algunos meses, me deja triste.
Porque en muchos momentos TÚ has sido el confidente de mis penas y alegrías, que alguna también hubo, fuiste apoyo de mis miedos y la conciencia que a veces tengo perdida. Una tabla de sentido común arrimado para compensar el que parece faltarme en ocasiones. Y ahora ya no tienes tiempo para mi y yo aunque quisiera tampoco tengo todo el de antes, porque corro demasiados riesgos, aunque de vez en cuando no me importa con tal de cruzar tres frases contigo, esas que todavía quedan en nuestro diccionario. Lo pensamos alguna vez, lo comentamos… que pasaría si se nos acabaran las palabras… ahora parece que se van quedando por el camino.
Y … que diría yo de TI… tanto y tan poco. Llenaría hojas que hablasen para quemarlas luego y no dejar constancia de lo dicho; porque no hace falta. Tú y yo lo sabemos y es mejor seguir manteniendo la sombra de una existencia que nunca compartiremos y de una línea que jamás cruzaremos. Mantendremos la ilusión y el miedo a lo desconocido, a vivir de sueños que no pueden hacernos daño, porque los recuerdos resultan demasiado dolorosos, al menos para mi. Eso me lleva a pensar en algunos momentos que se debería cerrar el círculo de una vez y así continuar cada uno con nuestra vida, con nuestro destino; pero me da más miedo perderte para siempre que sólo tenerte en contadas ocasiones. A veces le doy vueltas al pasado, a que te hice daño y por eso ahora parece que caminamos sobre un lago de hielo y que los pasos van tanteando, para no crear grietas que puedan hundirnos de nuevo. Y ese ambiente que nos rodea es igual de frío, de estéril. Ahora si te hablo, si nos hablamos, al separarnos un nudo se mantiene en mi estómago, algo zumba a mi alrededor, y sé que es pena, porque tú; eres la verdad de mis lágrimas.

No hay comentarios:
Publicar un comentario