05 mayo 2005



No hace falta que mire, que retenga las estrellas en su pupila hiriente haciéndolas perder su brillo. No hace falta que hable, su voz quebraría el silencio suspendido entre ambos. No hace falta que toque, sus manos conservan las durezas del tiempo pasado que no ha de volver. No hace falta que huela, porque las flores perdieron la fragancia tras los años de lluvias. No hace falta que camine pues su triste cuerpo es una sombra que no acaba. No hace falta que sueñe, porque es un hombre muerto.

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