23 marzo 2005

A veces intenta no dejarse llevar.
Contener en un suspiro,
en un puño cerrado,
en un grito ahogado,
todo lo que no debería de haber sabido,
todo lo que debía de haber callado

Expuesta queda la mirada,
a reproches válidos
a cumplimientos debidos
a sentimientos reprimidos.

Da un manotazo y mira con ojos de locura
lo que apenas dura,
Y que intenta retener en su retina pura.
Deja que su boca se quiebre,
y sus ojos se entristecen.
Deja de latir su pecho,
y su alma se retuerce

Agota su existencia mientras el espejo le devuelve
un brillo de cordura disimulado
un amor que no ha olvidado
que quedó siempre en un marco encerrado
y en un ataúd guardado.

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