22 septiembre 2004

La mañana se está haciendo demasiado larga. Desde que no estás se hace eterna. Mudo es el aire y silencioso el tiempo, se detienen en un mismo pulso haciendo estos momentos perpetuos. Se me acabaron las palabras para describir la tristeza; aunque todavía sabría decir de mil maneras diferentes que te echo de menos, pero eso me devolvería a una realidad que no quiero; pero que tengo. Me canso de abrir puerta y no encontrar detrás nada más que un cuarto vacío, en el que ni el polvo se ha posado como testigo de una historia acabada. No hay huellas, ni hay risas, no perdura ni el olor rancio de algo muerto. Simplemente no hay nada.

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