23 agosto 2004

De vuelta...

Se acabaron las vacaciones para mi. He vuelto con la misma tristeza de siempre; por dejar allí muchas cosas de las que quiero y añoro durante el resto del año. Como me gustaría que las distancias kilométricas no existieran. Poder alcanzar en un segundo todo lo que me queda lejano. Tener el viento, el mar, los montes... Seguir riendo y disfrutando de las horas junto a vosotros (ahora puedo decirlo... sé que alguno leerá estas líneas)
La ciudad ahora se me hace tan grande... las distancias eternas, las luces nocturnas tristes, como el cielo plomizo en que amanecí esta mañana. La oficina está vacía y el correo, tanto electrónico como el que trajo el cartero, se amontona. Tengo pocas ganas y en los fondillos del pantalón todavía hay restos de arena de la playa.
Hoy allí también es un día triste para algunos. A estas horas hay una misa funeral en la iglesia y tras ella, entre lágrimas se enterrará a un hombre estupendo, de enormes ojos azules y sonrisa encantadora al que veía todas las tarde irse a la partida bastón en mano. Sé que hace un día precioso y luce el sol, al menos el cielo no le despide con lágrimas.

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