21 enero 2004

buscando en el baúl de los recuerdos...

La ciudad había estado sumida entre la luz y la oscuridad durante todo el día. Al salir a la calle, mi luz se convirtió también en oscuridad, en tinieblas. No podía comprender, entender, por que me sentía así. Qué razones me llevaban a encoger mi corazón, a sentirme tan perdida y de repente tan sola en medio de los coches, los autobuses, la gente que pasaba hacia un lado y hacia otro, el asfalto tan gris como el cielo, como mi corazón.
Había vuelto a la ciudad, ahora me sentía perdida. Por más que le daba vueltas y vueltas en mi cabeza, seguía sin comprender que me había llevado hasta ese estado de melancolía.
¿Volver? ¿La lluvia? ¿Mantener una conversación escrita con un desconocido albergado ya en mi corazón? ¿Qué era? ¿Qué es?
Sigo sin saberlo, sigo sin entender porqué me altera tanto hablarle, contarle cosas, que él sepa mientras yo me vacío de sentimientos, poco a poco. Que me conozca tanto aun yo ocultándome. Odio que me haga llorar, incluso odio sentir el calor de mis lágrimas en los ojos. Odio sentirme débil. Él me hace sentir así. Y me da miedo. Porque me gusta encontrarle ahí por la mañana, por la tarde, a veces por la noche. Porque me sorprendo pensando en él cuando el día está acabando. Porque no quiero que surja nada que no pueda evitar, ni controlar y sentirme perdida, más perdida. Y sé que puede ocurrir después de compartir tantas horas juntos y separados a la vez. Me vuelve a dar miedo ese cariño que yo sé que siento. Sé que si falta o yo faltase sentiría traicionar las palabras que han surgido en este tiempo, los secretos y las lágrimas que van escondidos entre líneas. No quiero huir, pero si esconderme. OTRA VEZ.

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